La administración de Donald Trump, a través del Secretario de Estado Marco Rubio, impuso sanciones a la exmandataria argentina, sus hijos y al exministro Julio De Vido, acusándolos de corrupción. La medida, considerada por muchos como un intento de respaldar al presidente Javier Milei, ha generado una fuerte reacción de Cristina Fernández, quien cuestionó la doble moral de Estados Unidos al no haber sancionado a figuras oscuras de la historia argentina.
El gobierno de Donald Trump, a través del Secretario de Estado Marco Rubio, ha impuesto sanciones a la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, sus hijos Máximo y Florencia, y al exministro Julio De Vido. La justificación oficial es que estas figuras estarían «involucradas en significativos casos de corrupción durante su gestión en el Estado». Sin embargo, la medida ha sido interpretada por muchos como un intento de respaldar al actual presidente argentino, Javier Milei, quien enfrenta una creciente crisis política y económica.
Las sanciones incluyen la prohibición de ingreso a Estados Unidos y una campaña propagandística en contra de la exmandataria. Esta no es la primera vez que Washington aplica este tipo de medidas contra figuras latinoamericanas. El fallecido canciller Héctor Timerman, el legendario futbolista Diego Armando Maradona e incluso el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez han sido víctimas de decisiones similares en el pasado.
En una respuesta contundente, Cristina Fernández no solo criticó la medida, sino que también recordó a Trump y a Milei que Estados Unidos nunca sancionó a figuras oscuras de la historia argentina como Jorge Rafael Videla o Eduardo Emilio Massera, condenados por crímenes de lesa humanidad, asesinatos y robos de bebés. De hecho, algunos de estos represores encontraron refugio en territorio estadounidense.
Una Sanción con Claros Intereses Políticos
Analistas coinciden en que el verdadero objetivo de la resolución de Trump y Rubio es lanzar un salvavidas a Milei, quien se encuentra acorralado por su implicación en un escándalo de criptoestafa, una pérdida brutal de reservas internacionales y las imágenes de represión contra jubilados que han dado la vuelta al mundo. Milei, aliado de la ultraderecha estadounidense, ha recibido el respaldo de Trump, quien no dudó en celebrar la sanción a través de sus redes sociales.
Marco Rubio, conocido por su postura ultraderechista y su oposición a los gobiernos progresistas de América Latina, ha coronado con esta medida su histórica animadversión hacia el kirchnerismo. Sin embargo, la sanción ha sido calificada como esencialmente política, ya que Washington nunca ha tomado medidas similares contra aliados privilegiados como los militares argentinos, Mauricio Macri, la familia Bolsonaro, la monarquía saudí o el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien enfrenta acusaciones de fraude, soborno y abuso de confianza.
La Corrupción como Excusa
La excusa utilizada por Rubio y Trump para justificar la sanción es la condena de Cristina Fernández en la causa conocida como «Vialidad». Sin embargo, este caso ha sido ampliamente cuestionado debido a la falta de pruebas contundentes. Ni un solo testigo ni documento mencionaron a la exmandataria en relación con las obras viales de Santa Cruz. Incluso Rodolfo Barra, exprocurador del Tesoro durante el gobierno de Milei y alejado del kirchnerismo, dictaminó que Cristina no tenía potestad alguna sobre dichas obras.
Además, no se han encontrado cuentas o sociedades ocultas a nombre de la expresidenta, ni en Argentina ni en el extranjero, a pesar de los exhaustivos rastreos realizados por fondos buitres en paraísos fiscales como Panamá, Suiza y Delaware. En el caso de De Vido, la sanción se basa en su condena por la tragedia de Once, aunque fue absuelto de la acusación principal de estrago, que lo vinculaba con las muertes, y solo se lo condenó por «administración fraudulenta», con una pena aún en revisión.
Ironías y Críticas a Trump
En su respuesta, Cristina Fernández no dejó pasar la oportunidad de recordar las propias controversias de Trump. «¿Mi hijo habrá abusado sexualmente de alguna periodista o escritora en la tienda más cara de Nueva York? ¿O habrá sobornado a alguna prostituta norteamericana para que no diera a conocer que había contratado sus servicios porque lo perjudicaría en su campaña? Tampoco… Ninguna de las dos», escribió.
Estas declaraciones hacen referencia a la condena civil que pesa sobre Trump por abuso sexual contra la escritora Jean Carroll, por la que fue sentenciado a pagar cinco millones de dólares, y al escándalo de Stormy Daniels, a quien el magnate sobornó para silenciar una relación extramarital. Trump también enfrenta acusaciones por falsificación de documentos contables en este caso.
El Ataque a la Familia
La inclusión de Máximo y Florencia Kirchner en la sanción ha sido calificada como «curiosa y sórdida». Máximo, diputado nacional, no tiene relación alguna con la causa Vialidad y solo está imputado en el juicio por los alquileres de la familia, conocido como Hotesur-Los Sauces, que ni siquiera ha comenzado. Florencia, por su parte, fue sobreseída en ese expediente, ya que era menor de edad cuando se fundaron las sociedades involucradas. Su inclusión en la sanción solo puede explicarse por las maniobras del aparato judicial durante el gobierno de Mauricio Macri.
El FMI y el Cierre de la Respuesta
Cristina Fernández también criticó el insólito préstamo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) otorgó a Macri, amigo de Trump, y los 20.000 millones de dólares que, aparentemente, se le darían a Milei en los próximos meses. «Che Milei, a vos solito no te da la nafta. Por eso salís a pedir la ayuda del FMI y de Trump», señaló la expresidenta.
El cierre de su respuesta fue una convocatoria a la marcha del 24 de marzo, aniversario del golpe de Estado de 1976, recordando que ni Videla ni Massera fueron sancionados por Washington: «A ellos nunca les prohibieron ingresar a EE.UU.».
Conclusión
La resolución de Rubio y Trump parece tener un claro objetivo: rescatar a Milei en un momento de profunda debilidad política. Sin embargo, la medida ha sido recibida con escepticismo y críticas, especialmente por la doble moral que implica sancionar a figuras como Cristina Fernández mientras se ignora a aliados con historiales igualmente cuestionables. La sanción, más que un acto de justicia, parece ser un movimiento estratégico en el tablero político internacional.