El mandatario argentino fue condecorado en un lujoso evento en Florida, en medio de una crisis global desatada por las medidas proteccionistas de EE.UU. Su viaje, marcado por la polémica y la falta de resultados concretos, contrasta con su dura política interna.
El presidente Javier Milei recibió el controvertido «León de la Libertad» en las opulentas instalaciones de Mar-a-Lago, propiedad del exmandatario estadounidense Donald Trump. El galardón, otorgado por organizaciones ultraconservadoras, llegó en un momento crítico: las bolsas mundiales se hundían tras el anuncio de nuevos aranceles comerciales por parte de Washington, que afectan directamente a las exportaciones argentinas.
El viaje, calificado por analistas como «desesperado», buscaba reforzar la imagen de Milei como aliado incondicional de EE.UU., pero no incluyó un encuentro con Trump y se limitó a una foto protocolar y un discurso en el que el líder libertario defendió con fervor el libre mercado, justo cuando ese modelo sufría un duro golpe por las políticas proteccionistas de su principal promotor.
Un Premio en Medio del Caos
El reconocimiento, entregado por grupos integrados principalmente por empresarios latinoamericanos radicados en Miami, fue comparado irónicamente con «un juguete de Disney» por su falta de relevancia en el escenario internacional. Entre las homenajeadas estuvo Natalia de Negri, figura polémica en Argentina por su vínculo con el caso Cóppola.
El contraste no pudo ser más evidente: mientras Milei posaba con su distinción, los mercados reaccionaban con pánico ante la escalada arancelaria, y su gobierno enfrentaba en casa protestas masivas, una corrida cambiaria y el rechazo del Senado a dos de sus nominados para la Corte Suprema.
Sumisión Internacional vs. Dureza Interna
El mandatario ratificó su alineamiento con Washington y Londres en un discurso previo, donde concedió derechos de autodeterminación a los habitantes de las Malvinas, generando malestar en sectores nacionalistas. Paralelamente, su gestión aplicó con rigor las exigencias del FMI, recortando subsidios y congelando salarios, lo que exacerbó el descontento social.
«Amigos son mis amigos», escribió Milei en redes, agradeciendo a Trump pese a los aranceles del 10% impuestos a productos argentinos. La frase resumió su estrategia: lealtad a las potencias en detrimento de los intereses locales.
Un Año de Crisis y Derrotas
El 2025 no ha sido benévolo con el gobierno. Tras su polémica participación en Davos, el escándalo por su promoción de criptomonedas —que le valió investigaciones judiciales— y la represión a jubilados, el oficialismo enfrenta un panorama electoral adverso. Las encuestas ubican a sus candidatos en Buenos Aires muy por detrás de la oposición, y la eliminación de las PASO no ha logrado frenar la fragmentación política.
Con reservas en mínimos y una devaluación en ciernes, el Ejecutivo intenta postergar el ajuste hasta después de las elecciones legislativas. Sin embargo, el fantasma de la hiperinflación y el desgaste acelerado reducen sus márgenes de maniobra.
Responsabilidades Compartidas
Aunque el kirchnerismo y Sergio Massa son señalados por la herencia inflacionaria, el mayor peso recae sobre Mauricio Macri, cuyo endeudamiento récord con el FMI dejó al país al borde del colapso. Hoy, Milei repite el libreto: ajuste fiscal, liberalización económica y alianza con los mercados, pero en un contexto global que ya no tolera ese modelo.
En el Congreso, su primera gran derrota —el rechazo a los jueces Lijo y García Mansilla— marcó un precedente histórico. Y en las calles, la protesta social no cesa. El «León de la Libertad» parece, así, un premio irónico para un gobierno acorralado.
