Tras una intensa pesquisa internacional, fuerzas de seguridad de Argentina y Perú lograron la aprehensión de Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, señalado como el autor intelectual de los brutales asesinatos de tres jóvenes. Su principal lugarteniente también fue arrestado.
En una operación conjunta que coronó un extenso rastreo transnacional, la Policía de la Provincia de Buenos Aires y la Policía Nacional de Perú concretaron la detención de Tony Janzen Valverde Victoriano, identificado bajo el alias de “Pequeño J”. El individuo, de veinte años y natural del departamento de La Libertad en Perú, se encuentra acusado de ser el ideólogo y partícipe activo en el triple femicidio que conmocionó a la localidad de Florencio Varela, cobrándose las vidas de Morena Verdi, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez.
La identidad del sospechoso, revelada durante la madrugada del sábado, fue oficialmente confirmada por las autoridades bonaerenses, lo que desencadenó una búsqueda urgente. Sobre Valverde Victoriano pesaba una orden de captura internacional emitida por el fiscal de Homicidios de La Matanza, Adrián Arribas, con la colaboración de la fiscal Lorena Pecorelli, quien se integró recientemente a la causa. Este requerimiento judicial incluyó la activación de una alerta roja de Interpol para extender la búsqueda más allá de las fronteras argentinas.
Paralelamente, en una acción coordinada, efectivos peruanos lograron arrestar a Matías Agustín Ozorio, señalado en la investigación como el brazo derecho del líder criminal. Esta doble captura representa un avance significativo en la pesquisa por los homicidios, que exhibieron un grado de ensañamiento y premeditación que horrorizó a la comunidad.
“Pequeño J” es apuntado por la fiscalía como el cabecilla de una organización delictiva que no solo ordenó la ejecución de las tres jóvenes, sino que además planificó que los crímenes fueran filmados y transmitidos en directo para un grupo cerrado de aproximadamente cuarenta y cinco personas.
La investigación, que incluyó una serie de procedimientos iniciales en la zona de Villa Zabaleta que no dieron fruto, se intensificó durante el fin de semana. Los agentes a cargo logrieron identificar una serie de líneas telefónicas que se atribuirían a Valverde Victoriano, lo que permitió reorientar la pesquisa y concentrar los esfuerzos en su localización. El cruce de datos de estas comunicaciones, sumado a testimonios informales recolectados por los investigadores, condujo hasta uno de los refugios utilizados por la banda. En ese lugar se procedió al secuestro de evidencia crucial: un pantalón con una mancha que presuntamente corresponde a sangre, un arma de fuego, una caja de municiones y documentación personal. Estos elementos no solo confirmarían la identidad del acusado, sino que también respaldarían sus vínculos financieros con una organización criminal en Perú, a la que habría estado enviando importantes sumas de dinero.
El camino para desentrañar la identidad y el paradero de “Pequeño J” fue complejo. Aunque los primeros cuatro detenidos en la causa se negaron a declarar de forma oficial, algunas conversaciones informales fuera de los estrados judiciales mencionaron por primera vez el nombre del joven peruano. Este dato fue posteriormente corroborado y ampliado por un testigo clave ubicado por el fiscal Arribas, quien aportó datos precisos sobre el entorno y los movimientos recientes del fugitivo.
El paso siguiente consistió en rastrear su número de teléfono más reciente y solicitar la triangulación de antenas de telefonía celular. Este análisis técnico permitió establecer que “Pequeño J” mantuvo encuentros, tanto antes como después de la madrugada del 20 de septiembre –fecha en que se cometieron los asesinatos–, con Matías Ozorio. Para la fiscalía, Ozorio habría actuado como un garante de los homicidios en la escena del crimen, aunque aún se investiga si Valverde Victoriano participó físicamente en la ejecución de las víctimas.