La Credibilidad en Jaque: El Mercado Desnuda la Fragilidad del Gobierno en Medio de una Tormenta Cambiaria

La Credibilidad en Jaque: El Mercado Desnuda la Fragilidad del Gobierno en Medio de una Tormenta Cambiaria

A pesar de los gestos de acercamiento a Washington y de una inyección millonaria de dólares del campo, la administración libertaria se vio forzada a vender reservas y a restringir el acceso a divisas. La desesperada anunciación de un nuevo encuentro con Trump no logró calmar los ánimos, exponiendo la profunda crisis de credibilidad que atraviesa el programa económico.

El suelo firme que el equipo económico anhelaba se resquebraja con estrépito. En un golpe contundente a la estrategia oficial, los mercados desataron una pesadilla financiera en las últimas 48 horas, ignorando por completo los intentos del Gobierno por demostrar solidez. La contundente respuesta del sector financiero dejó al descubierto la profunda incredulidad que genera el plan económico, el desorden cambiario y la convulsión política, forzando al Banco Central a una defensa agónica de la moneda.

La jornada comenzó con una advertencia lanzada desde el Ministerio de Economía al Presidente: se avecinaba un castigo severo. Las proyecciones se cumplieron con dramática precisión. El Riesgo País escaló hasta rozar los 1200 puntos básicos, los bonos y las acciones se desplomaron y las cotizaciones financieras se dispararon. La verdadera señal de alarma, sin embargo, la encendió el dólar oficial, que se acercó peligrosamente al límite superior de su banda de flotación, obligando a las autoridades a intervenir con ventas masivas de divisas para contener su avance. Según fuentes del sector, el Tesoro desembolsó más de 650 millones de dólares en un esfuerzo por detener la hemorragia, una medida que contrasta con el objetivo declarado de acumular reservas.

En un movimiento interpretado como un acto de desesperación para aliviar la presión, la Cancillería anunció de manera sorpresiva una nueva reunión bilateral entre Javier Milei y Donald Trump para el próximo 14 de octubre. La maniobra, sin embargo, no logró el efecto descompresor esperado y, por el contrario, instaló dos certezas paralizantes. Por un lado, la evidente falta de herramientas inmediatas para frenar la corrida y la inestabilidad. Por el otro, la determinación de Milei y su ministro Luis Caputo de no modificar la política cambiaria ni imponer un cepo más severo, al menos hasta después de los comicios legislativos, apostando todo a un nuevo gesto de Washington.

La desesperación oficial por controlar las variables se trasladó también al terreno digital, un espacio que antes era considerado fortaleza libertaria. A través de las redes sociales, se hizo público que el Gobierno había solicitado informalmente a diversas billeteras virtuales que interrumpieran la venta de dólar oficial. La confesión de un operador clave, quien afirmó que «nos pidieron apagar» la operatoria, sacudió el mercado y pintó un cuadro de presión extraoficial para restringir el acceso a las divisas. El Banco Central salió a aclarar que no existía un cambio normativo, pero recordó que solo los bancos y casas de cambio están autorizados para tales operaciones, en lo que se interpretó como un cierre tácito del cerco cambiario.

Paralelamente, la masiva liquidación de divisas por parte de las cerealeras, que completó el 90% de los 7000 millones de dólares prometidos, resultó ser un balde de agua fría para el oficialismo. El Gobierno apenas pudo absorber menos de un tercio de ese caudal, muy por debajo de sus expectativas, en una demostración palpable de que los dólares del campo no alcanzan para tapar la magnitud de la fuga.

Este contexto de extrema vulnerabilidad otorga un tinte aún más crítico al anunciado encuentro con Trump. Más allá de las expectativas oficiales centradas en posibles acuerdos comerciales, no se materializó hasta el momento el apoyo financiero concreto que se insinuó tras la última fotografía. La estrategia, de alto riesgo, muestra a un gobierno de rodillas ante la administración estadounidense, una percepción que se vio reforzada con la publicación en el Boletín Oficial de dos decisiones de alto impacto: la confirmación de la privatización de Nucleoeléctrica Argentina, una empresa codiciada por intereses norteamericanos, y la autorización para el ingreso de tropas estadounidenses con fines de ejercitación militar. Estas medidas, que generan un amplio rechazo en la sociedad argentina, parecen ser el precio a pagar en este frágil y surrealista pacto geopolítico.

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