Un Grito desde el Surco: El Campo Argentino Rompe la Cordialidad con Milei

Un Grito desde el Surco: El Campo Argentino Rompe la Cordialidad con Milei

La exclusión en el beneficio de las retenciones cero genera un inédito y fragmentado malestar. Convocan a un «tractorazo» mientras la Mesa de Enlace muestra sus primeras grietas y el peronismo ve una oportunidad para reconquistar un espacio perdido.

Un Inédito Descontento Agita al Campo Contra el Gobierno Nacional

Un llamado inusual recorre los círculos de productores agropecuarios. Para este sábado, se ha convocado un «tractorazo», una protesta que, aunque por ahora de alcance acotado a localidades del centro bonaerense, marca un punto de inflexión en la hasta ahora tranquila relación entre el sector y el gobierno de Javier Milei. La medida de fuerza, promovida de manera inorgánica a través de flyers virales, expresa el profundo malestar que generó la fallida implementación de las «retenciones cero», un episodio que resquebrajó la frágil cordialidad existente.

La convocatoria, que invita a camiones y tractores a situarse al costado de las rutas, lleva consignas contundentes: «Somos productores, no esclavos del saqueo». Concentraciones en localidades como Pigüé, Chacabuco y San Andrés de Giles darán cuerpo a este reclamo, que si bien no es masivo, introduce un elemento novedoso: es la primera movilización directa contra la administración libertaria, sacudiendo la habitual calma de las entidades del sector.

El origen del conflicto se encuentra en la desilusión que siguió a la efímera aplicación de la eliminación de los derechos de exportación. Lo que inicialmente fue recibido con júbilo por los productores se transformó rápidamente en un fiasco. La medida, interpretada como un intento desesperado del Gobierno por acumular divisas, benefició en la práctica exclusivamente a las grandes cerealeras. Estas agotaron en apenas setenta y dos horas el cupo de siete mil millones de dólares establecido, dejando a la inmensa mayoría de los agricultores sin posibilidad de vender sus granos al 0%.

La situación se agravó con la revelación de que las empresas ni siquiera liquidaron la totalidad de los dólares comprometidos, una maniobra que fue leída como una apuesta especulativa a una futura devaluación postelectoral. Los productores se sintieron entonces doblemente marginados: primero, al ser ignorados en el diseño de una política que los afectaba directamente –el titular de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, se enteró de la medida en plena transmisión radial–, y luego, al ser testigos de cómo el beneficio se convertía en un juego financiero del que quedaban excluidos.

Este malestar está generando las primeras señales de división al interior de la Mesa de Enlace. Mientras la Sociedad Rural se apresuró a aclarar que no impulsa la protesta y desde otros sectores se la tildó de «politizada», la Federación Agraria se encuentra evaluando sumarse oficialmente al paro. Entre los pequeños y medianos productores, crece la comprensión y simpatía hacia las razones que motivan la movilización.

En este escenario de desencanto, la política tradicional ve una rendija. El peronismo, a través de figuras como el intendente de Castelli, Francisco Echarren, ya ha comenzado a capitalizar el descontento, sumándose públicamente al llamado, lo que a su vez ha desatado una reacción de sectores oficialistas que tildan la protesta de «movida kuka». Para la oposición, se presenta una oportunidad histórica de recomponer un lazo político con un sector clave, especialmente tras su inesperado triunfo en el corazón agrícola de la provincia de Buenos Aires. Lo que comenzó como un reclamo sectorial por una medida económica concreta amenaza con convertirse en el germen de una nueva y más compleja confrontación política.

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