A pesar de haber logrado media sanción en Diputados, el bloque opositor no consiguió los apoyos necesarios para convertir en ley la modificación del DNU. La iniciativa retorna ahora al Senado, donde se definirá su futuro.
En una sesión marcada por la tensión política y los debates acalorados, la Cámara de Diputados otorgó su aval inicial a la reforma impulsada mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia. Sin embargo, la victoria parcial de la oposición se vio opacada por un revés significativo al no alcanzar la cantidad de votos indispensables para sancionar definitivamente el proyecto como ley.
La oposición, que había concentrado sus esfuerzos en reunir los respaldos suficientes, se encontró con una amarga decepción al quedarse a un único voto de conseguir su objetivo. Este escaso margen revela la profunda fractura que existe en el escenario legislativo y subraya la dificultad de construir consensos en torno a iniciativas de alto impacto.
El desenlace de esta jornada parlamentaria deja en claro que, si bien el gobierno logró sortear el primer obstáculo, su capacidad de conducción y su poder de convocatoria enfrentan un serio cuestionamiento. La falta de ese apoyo crucial no solo impidió la convalidación legal de la reforma, sino que expuso la fragilidad de la base política del Ejecutivo.
Ante este panorama, el texto normativo emprende ahora su regreso a la Cámara Alta. El Senado se erige así en el árbitro definitivo de esta puja, con la facultad de insistir con la propuesta original o de buscar una alternativa que logre destrabar el conflicto. La incertidumbre rodea los próximos pasos, en un contexto donde la pulseada entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo parece lejos de concluir.
La sociedad observa con atención el desarrollo de este proceso, cuyas repercusiones afectarán directamente el marco normativo del país. La falta de acuerdo no solo posterga la aplicación de las reformas, sino que instala una profunda inquietud sobre la gobernabilidad y la estabilidad institucional en los tiempos que se avecinan.
