Con un triunfo agónico y lleno de personalidad, el seleccionado argentino doblegó a un combativo rival y ahora espera a Colombia en la instancia decisiva del torneo mundial.
La Selección Argentina Sub-20 selló su pase a las semifinales del Mundial tras imponerse con un contundente 2-0 sobre México. El encuentro, disputado este sábado, fue un verdadero duelo de carácter donde el equipo albiceleste demostró una fortaleza mental inquebrantable para superar los obstáculos.
Desde el pitido inicial, el combinado azteca se mostró como un rival incómodo y de férrea determinación, aprovechando el respaldo del público local para proyectarse con peligro sobre el área argentina. Bajo una presión asfixiante en bloque, los dirigidos por Javier Mascherano encontraron severas dificultades para hilvanar su juego habitual y manejar el esférico con la fluidez acostumbrada.
Sin embargo, en un rapto de lucidez, Argentina logró abrir el marcador gracias a una precisa ejecución de Carrizo, quien con un remate certero encauzó el partido para su equipo. La alegría inicial se vio empañada minutos más tarde cuando el mismo goleador recibió su segunda amonestación, forzando a los suyos a jugar con un hombre menos durante una parte sustancial del desafío.
Ante la adversidad, el equipo exhibió un coraje monumental. Repliegue, sacrificio y entrega absoluta fueron las claves para contener el asedio mexicano. En una demostración de fe ciega en el plantel, un jugador ingresado desde el banquillo, Silvetti, emergió como la figura inesperada al sellar la victoria con un gol que desató el júbilo en el sector albiceleste.
La desesperación lastimó al elenco azteca en los compases finales, culminando en la expulsión de dos de sus elementos, Diego Ochoa y Tahiel Jiménez, lo que certificó el fin de sus aspiraciones.
Con este triunfo resonante, Argentina asegura su lugar entre los cuatro mejores del planeta en la categoría. El próximo miércoles, la Albiceleste medirá sus fuerzas ante Colombia, que a su vez superó en un vibrante duelo a la selección de España. El sueño del mundo permanece más vivo que nunca.
