Con un triunfo ajustado ante Colombia y una brillante conducción de Prestianni, el equipo de Placente selló su pasaje al partido decisivo, donde buscará su séptima corona ante Marruecos.
En el Estadio Nacional de Santiago de Chile se vivió un final soñado para la Selección Argentina. Tras una batalla intensa y un partido de alto voltaje, el combinado albiceleste se impuso por la mínima diferencia a su par colombiano, asegurando de esta manera su lugar en la final del Mundial Sub 20 después de una prolongada espera de dieciocho años.
El encuentro, que se anticipaba complejo y físico, cumplió con todas las expectativas. El primer tiempo transcurrió con un ritmo frenético, marcado por constantes enfrentamientos y oportunidades para ambos equipos. Sin embargo, Argentina mostró ciertas dificultades para encontrar su ritmo característico, evidenciando posiblemente la baja por suspensión de Maher Carrizo y una disposición táctica que no terminaba de cuajar.
El panorama cambió radicalmente tras el descanso. El director técnico Diego Placente realizó ajustes fundamentales durante el entretiempo, modificando la estructura del equipo. La reconfiguración, que incluyó el regreso de Tomás Pérez a su natural posición de volante central, otorgó una verticalidad y una fluidez ofensiva que habían estado ausentes. Con una defensa de cuatro jugadores más consolidada, las caras del ataque, lideradas por el desbordante Gianluca Prestianni, encontraron los espacios necesarios para desequilibrar.
La figura del partido fue, sin duda, Prestianni, quien se convirtió en el principal artífice del juego albiceleste. Su talento individual y su visión de juego generaron las ocasiones más claras, incluyendo dos asistencias magistrales que su compañero no pudo capitalizar inicialmente. No obstante, el crecimiento argentino en la etapa complementaria tuvo su contrapartida en una retaguardia que, en algunos momentos, quedó expuesta. Fue entonces cuando emergió la seguridad del guardameta Santino Barbi, quien respondió con atajadas espectaculares para mantener su valla invicta, consolidando una serie defensiva impoluta.
En un momento clave del partido, una pausa táctica solicitada por el propio Placente logró descomprimir la presión y cortar el ritmo del equipo cafetero. La estrategia del entrenador resultó providencial. Minutos más tarde, la asociación que ya había mostrado peligro volvió a surgir: Prestianni, con una nueva demostración de su calidad, se descoló por la banda y, en una jugada repetida, encontró esta vez a su compañero, quien no falló ante el arquero rival a los 72 minutos. El gol, un tanto trabajado y construido con paciencia, llevó el sello del entretiempo y de los cambios que recondujeron el partido.
El desarrollo final del encuentro se inclinó definitivamente para el lado argentino cuando Colombia, en los minutos conclusivos, se quedó con un jugador menos tras una expulsión. Aunque el cierre del partido tuvo sus sobresaltos, incluyendo una acción de riesgo que pudo terminar en expulsión para un defensor albiceleste, el equipo de Placente supo administrar las energías y controlar el resultado. El pitazo final desató la celebración por un triunfo merecido que acerca a la Argentina a la posibilidad de reclamar su séptimo título mundial en la categoría, reuniendo en la memoria las conquistas de 1979, 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007. El domingo a las 20 horas, ante Marruecos, se jugará la gran final.