En un contexto político adverso y con el dólar en desbandada, los precios aceleran su marcha por tercer mes consecutivo. El anuncio de una nueva fórmula para el IPC, recién en 2026, no logra opacar el fracaso del plan de estabilización.
El Fantasma de la Inflación Acecha con Mayor Fuerza
El gobierno de Javier Milei atraviesa su momento más crítico, con la economía mostrando grietas profundas que se traducen en un repunte sostenido del índice de precios. Durante septiembre, la inflación escaló al 2,1 por ciento, consolidando una tendencia alcista por tercer mes consecutivo y posicionándose como la más elevada desde el pasado mes de abril. Este rebrote financiero decreta el fin del principal argumento oficial: la desinflación ha dejado de ser un caballito de batalla creíble.
El escenario se complejiza a apenas dos semanas de los comicios electorales, en un clima de marcada incertidumbre. La fallida presentación conjunta del Presidente y Donald Trump en Washington agitó a los mercados, tensionando al dólar y generando presiones adicionales sobre los costos internos. La moneda norteamericana registró un incremento del treinta por ciento en el último mes, un movimiento que, si bien no se trasladó de manera lineal por la profunda crisis de ventas, terminó por filtrarse a la estructura de precios.
Servicios a la Cabeza y un FMI Pesimista
Según el reporte del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), los servicios lideraron las subas durante el mes analizado. No obstante, un dato llamativo surge de la comparación con la Ciudad de Buenos Aires, donde, por primera vez en el año, los Bienes, especialmente los Alimentos, superaron a los Servicios. La inflación subyacente, considerada un termómetro de la presión de precios de fondo, estableció un piso del 1,9 por ciento, confirmando que el problema es estructural.
La delicada situación fue registrada incluso por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que revisó sus proyecciones hacia un panorama más sombrío. El organismo anticipa ahora que los precios al consumidor se dispararán un 41,3 por ciento el próximo año y un 16,4 por ciento en 2026, cifras significativamente superiores a las estimadas en abril. Este pronóstico refuerza la percepción de un descontrol que se extiende en el tiempo.
Los sectores más castigados fueron Vivienda, agua, electricidad y combustibles, junto con Alquileres y Educación, todos con incrementos que superaron el tres por ciento. Estas categorías, de consumo masivo para la clase media, reflejan con crudeza el impacto de las políticas económicas aplicadas desde diciembre de 2023. El Índice de Precios al Consumidor acumula así un veintidós por ciento en lo que va del año.
Una Nueva Fórmula en el Horizonte Lejano
En medio de este crítico panorama y con la metodología de medición bajo fuertes cuestionamientos por su anacronismo, el INDEC confirmó un cambio de fondo. La institución anunció que, a partir de enero de 2026, implementará una nueva fórmula para calcular el IPC, basada en una encuesta de gastos más reciente.
La decisión pone fin a un año y medio de polémica, durante el cual el Gobierno utilizó una base de datos del 2004, ampliamente criticada por no reflejar la realidad del costo de vida. Según fuentes especializadas, la actual administración habría postergado la aplicación de este nuevo índice, ya listo desde agosto con aval del FMI, para evitar que los fuertes aumentos en las tarifas de los servicios públicos impactaran de lleno en la estadística oficial.
El organismo estadístico fundamentó la medida como la «opción más robusta» para garantizar comparabilidad internacional y claridad interpretativa. Sin embargo, este anuncio de una solución a futuro no logra disimular la urgencia del presente: la inflación ha vuelto y con ella, la desconfianza en la estrategia económica oficial.