El equipo de Avellaneda se impuso con claridad ante un desdibujado Atlético Tucumán, gracias a una actuación sólida y goles de sus refuerzos extranjeros. Aunque el marcador pudo ser más abultado, la solidez colectiva y la efectividad ofensiva dejaron un mensaje alentador.
En una tarde donde el control del juego y la efectividad fueron la clave, Independiente consiguió una victoria contundente ante un Atlético Tucumán que ofreció escasa resistencia. El equipo local resolvió el encuentro con notable sencillez, replicando el triunfo obtenido la semana anterior y confirmando un momento alentador en su campaña.
Desde los primeros compases, el Rojo demostró su intención de manejar los tiempos. Con una posesión del esférico bien administrada desde la zaga por Lomónaco y Valdez, y desbordes incisivos por la banda izquierda, el conjunto de Avellaneda construyó una ventaja decisiva durante la primera etapa. La apertura del marcador llegó tras un error en la salida de Ortiz, que fue capitalizado por Loyola; su centro al área encontró la cesión inteligente de Ávalos para que Abaldo, con un preciso zurdazo, batiera al arquero visitante.
Pocos minutos después, el propio Ávalos amplió la diferencia con un potente disparo de pierna izquierda desde fuera del área, sellando una actuación goleadora que llenó de alegría a la parcialidad local. No obstante, entre las canciones de aliento, se escucharon también consignas de protesta dirigidas a la dirigencia, evidenciando una fractura que parece irreconciliable.
Atlético Tucumán, por su parte, mostró una actitud apática durante la mayor parte del duelo. Solo hacia el final del primer tiempo mostró un destello de peligro con un remate de Adrián Sánchez que obligó al guardameta Rey a realizar una atajada destacada. Sin embargo, esa reacción tardía no logró alterar el dominio del equipo local.
Al regreso del descanso, la incorporación del uruguayo Nicola insufló cierta energía en el visitante, pero cualquier esperanza de reacción se desvaneció rápidamente. A los siete minutos, Loyola remató de cabeza un centro preciso para decretar el tercer tanto y liquidar cualquier incertidumbre. La situación se agravó para el elenco tucumano cuando Ignacio Galván fue expulsado por una entrada violenta sobre Leonardo Godoy, dejando a su equipo con un hombre menos.
Con la ventaja numérica, Independiente administró el ritmo sin complicaciones. Un penal fallado por Ávalos en los instantes finales, atajado por el arquero Mansilla, y una segunda expulsión tucumana, esta vez de Ferreira, fueron apenas anécdotas que no empañaron una jornada de triunfo claro y de crecimiento colectivo para el Rojo.
