Con una campaña de base y un mensaje socialista, el joven candidato de origen ugandés se impone con holgura pese a los furibundos ataques del expresidente. Su victoria, junto a otros triunfos demócratas en Virginia y Nueva Jersey, marca un posible cambio de rumbo en la escena nacional.
En una jornada electoral que resonó como un veredicto sobre la influencia de Donald Trump, la ciudad de Nueva York eligió como su nuevo alcalde a Zohran Mamdani, el sorprendente candidato demócrata cuya ascendencia meteórica desconcertó al establishment político. A pesar de una campaña de desprestigio orquestada desde las más altas esferas del poder, que lo tildó de «comunista» y «odiador de judíos», los resultados oficiales lo consagraron con más de la mitad de los sufragios, dejando atrás al exgobernador Andrew Cuomo, quien se ubicó en un distante segundo lugar.
Millones de ciudadanos acudieron a las urnas en diversos estados para definir gobernaciones y alcaldías, en una pulseada interpretada como un primer examen de fuego para la administración Trump en su segundo mandato. La atmósfera de revés para el partido del presidente se intensificó con la noticia de que Abigail Spanberger se alzó como la primera mujer gobernadora de Virginia, arrebatando ese bastión a los republicanos. De forma paralela, Nueva Jersey también se inclinó por los demócratas, consolidando una tendencia favorable.
La promesa de «hacer historia» que Mamdani pronunció al votar en Queens junto a su pareja se materializó con contundencia. Con apenas 34 años y una trayectoria legislativa breve, su perfil socialista había generado escepticismo incluso dentro de su propio partido. No obstante, su figura se transformó en el blanco predilecto de Trump, quien desde su plataforma Truth Social lanzó invectivas furibundas, instando a la comunidad judía a no apoyarlo y presentando la contienda como una elección forzosa a favor de Cuomo. Frente a estos embates, Mamdani mantuvo una postura firme contra el antisemitismo, a la vez que capitalizó un apoyo juvenil masivo que se tradujo en un ejército de noventa mil voluntarios.
La campaña de Mamdani, que recaudó una fracción mínima de los fondos millonarios de su oponente, logró congregar el respaldo de prominentes figuras progresistas como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez. Incluso recibió un gesto de acercamiento del expresidente Barack Obama, quien ofreció servirle de «caja de resonancia». Su plataforma, centrada en combatir el alto costo de vida mediante transporte público gratuito, vivienda asequible y supermercados municipales, fue recibida con entusiasmo popular, aunque el mecanismo de financiamiento —aumentos de impuestos a los más ricos y a las grandes empresas— generó recelo en los sectores económicamente poderosos.
En el bando opositor, Andrew Cuomo intentó desvincularse del polémico respaldo de Trump, argumentando que su candidatura era la única barrera capaz de contener al emergente rival, a quien describió como vulnerable. Mientras, el republicano Curtis Sliwa, con una campaña de baja popularidad enfocada en la seguridad y los recortes impositivos, se presentó como la única opción para «encerrar a los criminales», criticando a su propio partido por considerarlo una causa perdida.
La contienda neoyorquina también captó la atención del magnate Elon Musk, quien desde su red social X calificó el diseño de la boleta electoral de «estafa», cuestionando la ubicación de los nombres y la falta de requisitos de identificación.
Más allá de la Gran Manzana, las elecciones para gobernador en Virginia y Nueva Jersey se perfilan como indicadores cruciales del clima político nacional, sugiriendo una posible revitalización del partido demócrata de cara a las cruciales elecciones de medio término. Con victorias clave en estos estados y batallas definitorias en Pennsylvania y California sobre la redistribución de distritos, el mapa político comienza a mostrar fisuras en la hegemonía trumpista, marcando un posible punto de inflexión en la política estadounidense.
