La CGT estrena conducción tripartita con un claro mensaje de resistencia frente a la reforma laboral oficial

La CGT estrena conducción tripartita con un claro mensaje de resistencia frente a la reforma laboral oficial

La central obrera selló una nueva etapa con la elección de un triunvirato de perfil dialoguista, que advierte sobre la defensa irrestricta de los derechos adquiridos y rechaza cualquier intento de precarización. La unidad del movimiento sindical se erige como el principal capital frente al inminente embate del Gobierno nacional.

Con el sello de una contundente victoria electoral interna, la Confederación General del Trabajo (CGT) estrenó una nueva conducción tripartita que asume con el mandato explícito de resistir el avance del Gobierno de Javier Milei sobre el mundo laboral. Tras una prolongada y compleja negociación, los secretarios generales Cristian Jerónimo (Vidrio), Jorge Sola (Seguros) y Octavio Argüello (Camioneros) recibieron la posta en un contexto de máxima alerta, ante el anunciado proyecto oficial de reforma laboral que, según la central, busca la «precarización del empleo» y la «destrucción de los derechos de los trabajadores».

Desde el primer momento, los flamantes líderes sindicales alzaron la voz para marcar territorio. «Con los trabajadores no se jode. Estamos unidos para enfrentar cualquier situación que nos quiera llevar a que nos quiten los derechos”, advirtió con firmeza Argüello, quien ya integraba el triunvirato saliente. En la misma sintonía, Sola enfatizó que el crecimiento del país se construyó sobre la base de los derechos laborales, mientras que Jerónimo, el más joven del grupo, sentenció: «La CGT no va a permitir, ni va a retroceder un solo paso en las conquistas y los derechos adquiridos».

El triunvirato, que representa al sector más propenso al diálogo dentro de la central, fue ratificado de manera abrumadora por el voto secreto de 1604 congresales, con apenas 35 boletas en blanco. Esta nueva conducción, cuyo mandato se extiende hasta 2029, enfrenta de inmediato el desafío monumental de los dos años que restan de la actual administración nacional.

El debate interno y la búsqueda de equilibrio

La tensión previa a la elección no fue menor y las diferencias entre las distintas facciones quedaron al descubierto, no solo por la demora en consensuar una lista, sino también en la distribución de las 36 secretarías y 14 vocalías del consejo directivo. El sector dialoguista, conocido como «Gordos e Independientes», logró imponer su impronta, asegurándose áreas estratégicas como la Secretaría Adjunta, a cargo de Andrés Rodríguez (UPCN), y la de Relaciones Internacionales, en manos de Gerardo Martínez (Uocra).

En un movimiento significativo, la Secretaría de Interior, clave para la relación con las regionales del país, pasó de Abel Furlán (UOM), un referente de la línea más combativa, a Héctor Daer (Sanidad). Aunque el gremio de Furlán conservó la importante Secretaría Gremial, su titular declinó ocuparla personalmente, designando en su lugar a Osvaldo Lobato. Otros sindicatos que abogaban por un perfil más confrontativo, como el Smata, recibieron vocalías de menor peso, lo que refleja el reacomodamiento de fuerzas y el triunfo de la estrategia de diálogo en la interna.

Unidad y advertencia: el documento final

Pese a las pujas internas, que en algunos momentos se tornaron acaloradas, prevaleció un mensaje de unidad al cierre del congreso. Esta cohesión se materializó en un documento oficial donde la CGT fijó su posición frente al Gobierno. Allí, la central calificó el impulso de una reforma que cuestiona derechos fundamentales como un acto que «atenta contra el necesario equilibrio entre el capital y el trabajo».

La CGT se declaró abierta a discutir «la actualización de las relaciones laborales», pero exigió al Ejecutivo que habilite «un espacio adecuado de diálogo social no excluyente», donde se respeten por igual los intereses de empresarios y trabajadores. El documento también arremetió contra el modelo económico de Milei, al que acusó de favorecer «los instrumentos financieros, en perjuicio de la inversión productiva y del salario de los trabajadores».

El desarrollo del inminente conflicto por la reforma laboral será la prueba de fuego para esta nueva conducción. De su resultado dependerá si la unidad sellada en el congreso logra sostenerse o, por el contrario, se fractura ante la presión del mayor desafío que enfrenta el movimiento obrero en años.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

32k