Mientras la asistencia del Presidente a la reunión del Mercosur en Brasil permanece en veremos, la diplomacia nacional enfoca esfuerzos en destrabar el vínculo con Washington y concretar un encuentro con el expresidente Trump en Davos.
La administración del Presidente Javier Milei enfrenta una delicada disyuntiva en su agenda internacional, priorizando la recomposición de la relación estratégica con Estados Unidos por sobre compromisos regionales inmediatos. Desde la Casa Rosada se expresan serias dudas sobre la participación del mandatario en la próxima cumbre de jefes de Estado del Mercosur, prevista para fines de diciembre en la ciudad brasileña de Foz de Iguazú. Esta posible ausencia se enmarca en un esfuerzo diplomático de mayor alcance, que busca compensar un reciente roce con la Casa Blanca y acelerar el diálogo con figuras clave del escenario político y financiero norteamericano.
El episodio que generó fricciones fue la inesperada reducción del perfil presidencial durante el sorteo del Mundial de Fútbol 2026, un evento de alta visibilidad donde se esperaba una presencia protagónica de Milei. Fuentes gubernamentales admiten que este hecho produjo un palpable malestar en Washington, aunque minimizan su gravedad calificándolo de un contratiempo superable. No obstante, el mensaje fue recibido con claridad en Balcarce 50, donde se decidió postergar cualquier visita de alto nivel desde Estados Unidos, como la del secretario del Tesoro Scott Bessent, hasta que no se realice un gesto de acercamiento por parte argentina.
Ese gesto tendría una forma concreta: una reunión entre el Presidente Milei y el expresidente Donald Trump. El canciller Pablo Quirno ya ha iniciado las gestiones discretas necesarias para materializar este encuentro en el marco del Foro Económico Mundial de Davos, que se celebrará en la segunda quincena de enero. Desde el oficialismo se argumenta que siempre existe la intención de dialogar con aliados y amigos, subrayando la importancia estratégica de profundizar la alianza geopolítica con los Estados Unidos, sin importar la administración de turno.
Este reenfoque tiene, además, una urgente dimensión económica. El Ministerio de Economía mantiene negociaciones activas con bancos de Wall Street para refinanciar un vencimiento de deuda por cuatro mil millones de dólares, correspondiente al próximo 9 de enero. En este contexto, la reciente colocación de un bono por mil millones a una tasa del 9,26% anual es vista como un movimiento preliminar. Paralelamente, el Gobierno intenta impulsar las conversaciones técnicas con equipos estadounidenses para implementar de manera progresiva los detalles del acuerdo comercial anunciado el pasado 13 de noviembre, el cual se aplicará por partes y establece un marco de diálogo continuo.
La gira internacional de Milei esta semana, que lo llevó a Noruega para apoyar a la líder opositora venezolana María Corina Machado en la ceremonia del Nobel de la Paz, ya es interpretada como una señal de alineamiento con la política exterior norteamericana. A esto se suma su viaje confirmado a Estados Unidos para marzo, donde encabezará el evento «Argentina Week 2026», coordinado con gigantes financieros como JPMorgan y Bank of America.
Mientras tanto, la cumbre del Mercosur aparece en un segundo plano. La incertidumbre sobre la asistencia presidencial refleja las tensiones internas dentro del gabinete y las complejidades de la coyuntura regional. Brasil avanza con celeridad para firmar su acuerdo con la Unión Europea antes de fin de año, un tema que genera reticencias en Argentina y Paraguay. Además, existía un interés previo del Ejecutivo argentino en que Milei mantuviera primero reuniones bilaterales con líderes europeos, como el presidente francés Emmanuel Macron. La decisión final, según admiten en círculos oficiales, dependerá exclusivamente de la evolución de la apretada agenda presidencial y de la ponderación de dónde se obtiene el mayor rédito estratégico.
