El reconocido técnico asumió en el Xeneize tras una etapa de incertidumbre, con la misión de devolverle al equipo la competitividad y la grandeza que lo caracterizaron.
El ciclo de Fernando Gago en Boca Juniors quedó atrás, y con él, una gestión marcada por altibajos y resultados que no alcanzaron para satisfacer las expectativas de una hinchada exigente. Tampoco la breve interinidad de Mariano Herrón logró enderezar el rumbo, dejando en evidencia la necesidad de un cambio profundo. Así, con la llegada de Miguel Ángel Russo, el club de la Ribera abre un nuevo capítulo en su historia, con la esperanza de recuperar el esplendor perdido.
El arribo del experimentado estratega no fue sencillo: requirió una importante inversión para liberarlo de su vínculo con San Lorenzo, demostrando la determinación de la dirigencia liderada por Juan Román Riquelme. Russo, quien ya tuvo un paso exitoso por el club, regresa en un momento clave, con el desafío de reconstruir un equipo que atraviesa una fase de transición.
En un año en el que Boca no competirá en torneos internacionales, el objetivo prioritario será fortalecer el plantel y sentar las bases para una próxima temporada con mayores aspiraciones. La afición xeneize, fiel en las buenas y en las malas, recibe esta noticia con ilusión, anhelando que el equipo vuelva a ser protagonista en el ámbito local y, en el futuro, a nivel continental.
La presentación de Russo en el Predio de Ezeiza este viernes marcó el puntapié inicial de un proyecto que busca dejar atrás las frustraciones recientes. Con su vasta experiencia y conocimiento del club, el entrenador tiene por delante la tarea de rearmar un equipo competitivo, capaz de honrar la gloriosa tradición de una institución que ansía volver a celebrar.
