Nahuel Arscone, concejal justicialista de San Rafael, Mendoza, sorprendió al viralizarse su defensa de la industria fueguina. En diálogo con Río Grande, analizó el trasfondo geopolítico de los decretos que impactan en la provincia austral y advirtió sobre los intereses extranjeros en la región.
La intervención de Nahuel Arscone en el Concejo Deliberante de San Rafael, Mendoza, no pasó desapercibida. Con un discurso apasionado y fundamentado, el edil justicialista repudió la derogación de la Ley 19.640 y los decretos que afectan a la industria electrónica de Tierra del Fuego, generando una inusual repercusión en la provincia más austral del país.
En diálogo con Guillermo Lacazze desde Río Grande, Arscone explicó que su postura nace de una convicción federal: «Soy argentino, y los problemas de ustedes son míos también». Criticó la frivolidad de medios nacionales que redujeron el debate al precio de los celulares, ignorando el impacto en la soberanía industrial y el empleo. «¿Cómo nos explicamos el trasfondo geopolítico de esto?», cuestionó, aludiendo a los intereses del FMI y Estados Unidos detrás de las medidas.
Arscone no eludió señalar el rol estratégico de Tierra del Fuego en el tablero internacional. «Estados Unidos ya tiene su mira puesta ahí», alertó, mencionando el radar británico en Tolhuin, las visitas del Comando Sur y el lobby de potencias extranjeras. «Somos la provincia bicontinental más importante, y no podemos ser ingenuos», insistió, recordando el apoyo histórico de EE.UU. al Reino Unido en Malvinas.
El concejal mendocino también envió un pedido formal al Poder Ejecutivo para acceder a los detalles del acuerdo con el FMI, sospechando que la derogación de la ley fueguina respondía a presiones externas. «Los dirigentes debemos estudiar más y alinearnos menos», afirmó, rechazando la subordinación a Washington.
Un mensaje de unidad federal
Al cerrar, Arscone convocó a mirar más allá de las fronteras provinciales. «Nos quieren dividir, pero la pelea es la misma: en el Paraná, en Tierra del Fuego, en toda la patria», reflexionó, citando la batalla de Punta Quebracho como símbolo de resistencia. Su mensaje, alejado de cálculos políticos, resonó como un llamado a defender la industria nacional y la soberanía desde una perspectiva integral.
Mientras tanto, en Río Grande, los efectos de la crisis ya se palpaban: comercios vacíos, caída del consumo y empleo en riesgo. La intervención de un mendocino lejano, pero comprometido, dejó en evidencia que la lucha fueguina no es aislada, sino parte de una batalla por un proyecto de país.