El subsecretario de Pesca, Diego Marzioni, detalló los lineamientos del plan provincial, que busca diversificar la matriz productiva sin comprometer los recursos naturales. Proyectos en marcha y estudios previos marcan el camino.
La provincia de Tierra del Fuego avanza en un plan estratégico de acuicultura que prioriza la sostenibilidad ambiental, la investigación local y el desarrollo a largo plazo, según explicó el subsecretario de Coordinación Pesquera y Acuícola, Diego Marzioni. En diálogo con este FM La Isla, el funcionario despejó dudas sobre el rumbo de estas iniciativas, que incluyen desde cultivos de mejillones hasta posibles desarrollos de salmonicultura bajo estrictos controles.
Marzioni enfatizó que la provincia no apunta a replicar modelos industriales masivos, como los criticados en Chile, sino a generar «una acuicultura con identidad fueguina». «La base es el entorno ambiental: si no lo cuidamos, no hay actividad posible», afirmó. El plan incluye proyectos ya en marcha, como el cultivo de mejillones en la zona de Almanza —con 1.200 toneladas próximas a cosechar— y estudios para el desarrollo de algas y truchas en cuerpos de agua continentales.
Zonas aptas y exclusiones claras
El funcionario descartó explícitamente operaciones en áreas protegidas, como parques nacionales o reservas, y en el Canal Beagle, donde existe consenso social y legal contra la salmonicultura. «No es todo por el todo; hablamos de usar sectores específicos de la costa atlántica o lagos con estudios previos rigurosos», aclaró. La provincia cuenta con 600 km² de lagos y ríos, además de 130 millas de costa marina, pero solo se evaluarán espacios que cumplan con criterios técnicos y ambientales.
Un pilar del plan es la capacitación y la tecnología. Marzioni destacó la puesta en marcha de un laboratorio provincial equipado con herramientas de genética y sanitización, así como un futuro centro de formación en actividades marítimas. «Queremos producir desde Tierra del Fuego, no que vengan a explotar nuestros recursos», subrayó. Esto implica, por ejemplo, investigar especies autóctonas en lugar de importar ejemplares foráneos.
En ese sentido, Río Grande aparece como un nodo potencial, gracias a su infraestructura portuaria y energía disponible. Allí se evalúan proyectos de cultivos en tierra (sistemas RAS) y algas, aunque Marzioni admitió que los plazos son extensos: «Hablamos de procesos de 5 a 10 años». Reconoció, además, que la falta de apoyo económico nacional obliga a la provincia a financiar las iniciativas con recursos propios.
El subsecretario insistió en que la acuicultura fueguina debe equilibrar tres variables: rentabilidad, impacto social y preservación ecológica. «La ley que prohibió la salmonicultura industrial en 2023 fue necesaria, pero no significa cerrarnos a otras formas responsables», señaló. Aunque evitó anuncios concretos, confirmó que el gobierno trabaja en una normativa que regule la actividad «con trazabilidad y estándares de excelencia».
Mientras tanto, el debate sigue abierto. Para Marzioni, la clave está en «no prohibir por prohibir, sino en construir alternativas que agreguen valor sin poner en riesgo el patrimonio natural». Un desafío complejo, pero que la provincia ya empezó a transitar.
