La doble moral de Cita con la Vida: críticas al Estado mientras recibe subsidios millonarios del INCAA

La doble moral de Cita con la Vida: críticas al Estado mientras recibe subsidios millonarios del INCAA

La iglesia evangélica, que apoyó abiertamente a Javier Milei y cuestionó el gasto público, obtuvo casi 300 mil dólares en fondos estatales para sus producciones cinematográficas durante las gestiones de Macri y Fernández.

El discurso antiestatal de Cita con la Vida contrasta con su historial de financiamiento público. La iglesia evangélica, que recientemente colocó a su pastora Evelin Barroso en el escenario de La Derecha Fest en Córdoba, ha sido beneficiaria de generosos subsidios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) durante los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández. A pesar de sus proclamas contra el «gasto desmedido» del Estado, su productora audiovisual recibió más de 286 mil dólares para la realización de tres películas, además de contar con el respaldo del organismo en la distribución y exhibición de sus films.

Detrás de la fachada religiosa, una estructura familiar con intereses económicos. La organización está liderada por Carlos Belart, suegro de Barroso, mientras que su esposo, Juan Belart, figura como productor en las cintas financiadas por el INCAA. Todos ellos ejercen como pastores dentro de la congregación, que se ha convertido en una de las más influyentes de Córdoba.

El último proyecto, «La noche que luché contra Dios», obtuvo 73.284 dólares en subsidios. El 22 de julio, el INCAA transfirió ocho millones de pesos para cubrir costos salariales de la producción. Aunque la película apenas logró atraer a 3.409 espectadores y recaudó poco más de 7.600 dólares, su estreno fue posible gracias al respaldo económico del Estado, el mismo que la pastora Barroso denuncia en sus prédicas.

No fue la única. En 2022, la productora vinculada a la iglesia participó en «Yo traidor», que recibió 28.647 dólares en subsidios. A pesar de su bajo impacto en taquilla, el film se sumó a la lista de proyectos beneficiados con fondos públicos. Sin embargo, el caso más llamativo fue «Soldado solo conocido por Dios», un drama sobre veteranos de Malvinas que obtuvo 184.600 dólares entre 2016 y 2019. A diferencia de las otras producciones, esta logró una mayor difusión gracias a que el INCAA no solo financió su realización, sino que también facilitó su distribución en salas de todo el país.

El contraste entre la retórica y la práctica. Mientras Barroso asegura que sus «convicciones de fe se alinean con el neoliberalismo» que representa Javier Milei, su organización ha dependido del apoyo estatal para sostener sus emprendimientos audiovisuales. Esta contradicción no pasa desapercibida, especialmente cuando figuras cercanas al libertarismo, como el cineasta Diego Recalde —quien también participó en La Derecha Fest—, han recibido subsidios millonarios en el pasado. Recalde, conocido por filmes como «Tenemos un problema, Ernesto», cuestiona habitualmente las ayudas del INCAA, pese a haber obtenido más de 200 mil dólares para una de sus películas en 2015.

El fenómeno evangélico en el cine argentino. Aunque las producciones de Cita con la Vida no se enmarcan abiertamente en el cine religioso, otros casos demuestran el potencial comercial de este género. «Nada que perder», basada en la vida del fundador de la Iglesia Universal, superó en taquilla a grandes producciones internacionales como «Misión Imposible: Repercusión» y «El Grinch». Su secuela, estrenada en 2019, incluso superó en su primer fin de semana a «IT: Capítulo 2». No obstante, especialistas señalan que estas cifras podrían estar infladas por estrategias de marketing congregacional, donde los fieles son incentivados a adquirir entradas masivamente.

La paradoja de un movimiento que crece con recursos públicos mientras los condena. La situación de Cita con la Vida refleja una tensión recurrente: la dependencia de subsidios estatales en un sector que, en teoría, promueve la reducción del Estado. Mientras sus líderes se presentan como abanderados de la libertad económica, sus proyectos audiovisuales no habrían sido viables sin el respaldo de un organismo que, hoy más que nunca, está en la mira de sus aliados políticos.

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