Tras una semana adversa, el Fortín superó un error inicial y derrotó con autoridad a Atlético Tucumán por 3-1. Con un fútbol de convicción y jerarquía, el equipo dirigido por los Barros Schelotto demostró un notable crecimiento colectivo y escaló a la segunda posición del grupo.
Una palpable muestra de carácter y fútbol ofreció Vélez Sarsfield al imponerse ante Atlético Tucumán en el cierre de la décima jornada del Torneo Clausura. La escuadra de Liniers, sacudida días atrás por su eliminación de la Copa Libertadores, supo reponerse de un comienzo adverso para conseguir una victoria contundente que refuerza su prometedor presente y lo ubica en el segundo escaño de la zona B, a un solo punto del líder Riestra, su próximo rival.
El partido se despertó con una sorpresa negativa para el local. A los 13 minutos, una desafortunada equivocación de Lisandro Magallán, quien intentó un pase hacia su arquero bajo presión rival, terminó en las botas de Mateo Bajamich, quien no perdonó para adelantar al visitante. El error, que generó un visible malestar en la parcialidad local, sumó más tensiones a un defensor que arrastraba críticas por su reciente expulsión ante Racing.
Sin embargo, lejos de derrumbarse, el equipo mostró la madurez adquirida bajo la conducción de Guillermo y Gustavo Barros Schelotto. Manteniendo la estructura y la filosofía de juego, el Fortín comenzó a tejer su reacción. La posesión del balón y una incansable generación de ataques fueron la base del resurgimiento. La igualdad llegó a los 36 minutos con una jugada de alto vuelo: Matías Pellegrini, aprovechando su oportunidad como titular, filtró un pase milimétrico para Braian Romero, quien definió con maestría picando el esférico por encima del guardameta.
La transformación del marcador se completó apenas tres minutos después, con otro gol de excelente factura. Tomás Galván y Romero combinaron al primer toque en el corazón del área, y el letal delantero completó la obra con un potente remate. El equipo local no se conformó y, en el segundo tiempo, continuó buscando el arco rival con determinación, teniendo varias ocasiones para aumentar la ventaja, con Agustín Bouzat y el ingresado Diego Valdez como protagonistas. El cierre merecido llegó en los instantes finales, cuando Valdez, con gran lucimiento, selló el 3-1 definitivo.
Más allá de la dupla goleadora de Romero, la victoria se cimentó en un rendimiento colectivo sólido, donde destacaron la vitalidad de Bouzat, la seguridad del arquero Marchiori y la inteligencia en la creación de Galván. La noche en Liniers dejó una clara sensación: Vélez ha construido un equipo con identidad, que supera los traspiés individuales y genera una oleada de optimismo de la que todo el club se está beneficiando.