La Albiceleste se medirá ante la sorpresa marroquí con el objetivo de reconquistar un cetro mundial que no gana desde hace 18 años. Con una campaña intachable, el equipo de Diego Placente aspira a escribir una nueva página dorada.
La esperanza de una generación dorada se materializa este domingo en el Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos de Santiago de Chile. Bajo los reflectores y ante la mirada de un país entero, la Selección Argentina Sub-20 se enfrentará a Marruecos en la gran final del Mundial, con la oportunidad concreta de alcanzar su séptimo título planetario en la categoría, un hito que reafirmaría su inmensa leyenda.
El combinado nacional, guiado estratégicamente por Diego Placente, llega a este duelo decisivo tras desplegar un fútbol sólido y contundente a lo largo de todo el certamen. Con una fase de grupos perfecta, donde se impuso a Cuba, Australia e Italia sin ceder puntos, la Albiceleste demostró su poderío desde el inicio. El camino hacia la final se consolidó con una arrolladora victoria ante Nigeria en octavos, un triunfo sin sobresaltos frente a México en cuartos, y una sufrida pero valiosa victoria por la mínima contra Colombia en semifinales, sellada por el solitario tanto de Mateo Silvetti.
Una victoria en la noche chilena no solo significaría un nuevo trofeo para las vitrinas de la AFA, sino que pondría fin a una sequía de 18 años sin levantar la copa en esta categoría, un dato que sin duda agrega una dosis extra de tensión y anhelo. El último triunfo argentino se remonta a 2007, y desde entonces, la ansiedad por volver a lo más alto no ha hecho más que crecer.
La figura de Diego Placente agrega un condimento especial y cargado de simbolismo a esta final. El actual director técnico fue, en 1997, un pilar defensivo en el equipo campeón dirigido por José Pekerman. Si logra la hazaña, Placente se convertiría en un nombre grabado a fuego en la historia del fútbol argentino, al ser el primero en alcanzar la gloria máxima como jugador y luego como entrenador en un Mundial Sub-20.
Frente a este gigante con tradición, se alzará Marruecos, el rival que ha protagonizado la gran sorpresa del torneo. Los norteafricanos, en su cuarta participación, superaron con notable mérito un grupo de la muerte que incluía a México, España y Brasil. Su imparable marcha continuó eliminando a Corea del Sur, Estados Unidos y, en una dramática semifinal, a Francia, a la que derrotó en una definición por penales. El equipo africano sueña con emular a Ghana y convertirse en el segundo representante de su continente en alzar el trofeo.
El escenario está listo. Por un lado, la experiencia y el historial de Argentina, hambrienta por reconquistar su trono. Por el otro, el ímpetu y el factor sorpresa de un Marruecos que no conoce los límites. Una batalla épica, con arbitraje del italiano Maurizio Mariani y transmisión para todo el país a través de Telefe y DSports, decidirá quién escribe su nombre en la historia. La ilusión de un pueblo, encarnada en sus pibes, está a solo noventa minutos de hacerse realidad.