Un Acto de Medida en Ciudad Jardín: Milei Enfrenta el Desaire en un Feudo Aliado

Un Acto de Medida en Ciudad Jardín: Milei Enfrenta el Desaire en un Feudo Aliado

El Presidente congregó a un puñado de seguidores en Tres de Febrero. La prometida caravana fue cancelada, el discurso fue breve y la protesta vecinal opacó el despliegue escénico, evidenciando una recepción hostil en un territorio gobernado por un socio político.

La apacible rutina del viernes por la tarde en Ciudad Jardín se mantuvo casi inalterada, con residentes realizando sus compras, disfrutando de un helado o paseando a sus mascotas por las sombreadas veredas de esta localidad de Tres de Febrero. La única señal inusual que anticipaba la visita del Presidente Javier Milei era la presencia esporádica de pancartas colgadas en algunos edificios, con el mensaje «Fuera Milei».

En el corazón de la Plaza de los Aviadores, popularmente conocida como «la plaza del avión», se erigía una estructura escénica de alto costo, equipada con una pantalla gigante. La inversión libertaria en este montaje denotaba una planificación meticulosa, lejos de cualquier improvisación. No obstante, en el Día de la Lealtad, los seguidores del mandatario brillaron por su ausencia, mostrando una deslealtad palpable incluso en un distrito administrado por un aliado convertido al libertarismo, como Diego Valenzuela.

Un cálculo generoso no hubiera superado el medio millar de adherentes al Presidente, incluyendo la militancia movilizada desde Caseros. Desde horas tempranas, un despliegue desproporcionado de fuerzas de seguridad acordonó las calles para prevenir enfrentamientos entre los partidarios oficialistas y los habitantes de Ciudad Jardín, quienes coreaban consignas y exhibían carteles de repudio hacia Milei y Valenzuela. La tensión se limitó a un cruce de insultos y algunas escaramuzas menores. «Hay más gendarmes que libertarios», comentó con sorna una mujer atrapada en el cerco perimetral que la Gendarmería estableció para alejar a los vecinos del recorrido presidencial.

Ante el clima adverso, la organización canceló la caravana de dos cuadras que el mandatario tenía programada hacia la plaza. Los estrategas evaluaron que el entorno no era propicio para un recorrido, dado los numerosos grupos de residentes que manifestaban su descontento. Poco después de las seis de la tarde, Milei hizo su aparición, acompañado por los candidatos Diego Santilli, Karen Reichardt y Patricia Bullrich, además de su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. También lo secundaron el referente local Diego Valenzuela y el operador bonaerense Sebastián Pareja.

Su llegada fue recibida con una andanada de cánticos en su contra, que incluían a su hermana y al diputado José Luis Espert. Se produjo un duelo de hinchadas, separadas por los cordones de la Gendarmería. Desde un altavoz colocado por un vecino, se potenció el éxito «Alta Coimera» y se corearon consignas como «Vendepatria», «Perro faldero de Trump» y «Traigan al narco de Espert».

Con un megáfono en la mano, el Presidente pronunció un discurso de apenas cinco minutos, recurriendo a sus frases habituales de campaña. Siguiendo la línea de su admirado Trump, colocó al comunismo como el eje de sus afirmaciones: «Tenemos la posibilidad de abrazar la civilización y la libertad o la barbarie comunista de los Kirchner», exclamó. Reconoció que «estamos en un momento duro», pero se escudó en afirmaciones de dudosa credibilidad: «hay menos inflación, menos pobres, menos indigentes». De manera aún más insólita, se refirió al narcotráfico y la inseguridad, asegurando que ambos han disminuido.

Antes de concluir, instó a sus seguidores a «no aflojar y sigan abrazando las ideas de la libertad» y a votar por «el Colo y Karen». Así terminó su brevísima alocución, pronunciada desde la caja de una camioneta. La partida fue discreta, sin la caravana anunciada, como si se retirara con la conciencia de sus propias limitaciones.

Mientras tanto, en la Plaza del Avión, un grupo de jóvenes libertarias se preguntaba cuándo llegaría el Presidente al lujoso escenario donde la pantalla gigante repetía imágenes suyas. «No, Milei ya se fue hace rato», les respondió de paso un hombre mayor. La expresión de frustración en el rostro de la joven sintetizó a la perfección el paso efímero y decepcionante de Javier Milei por Tres de Febrero. En Ciudad Jardín, a pesar de la tormenta política que lo precede, el mandatario apenas si logró mojarse los pies.

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