El anuncio de un swap por 20.000 millones de dólares, lejos de calmar los mercados, evidenció la profunda desconfianza hacia la gestión económica. La reacción financiera fue adversa y las declaraciones del presidente norteamericano generaron más polémica que alivio, en una semana crucial para el futuro del Gobierno.
El respaldo explícito de la administración de Donald Trump hacia Javier Milei y su programa económico ha dejado de funcionar como un elemento capaz de infundir serenidad o credibilidad en las autoridades locales, ni siquiera de manera transitoria. El convenio de swap de divisas, que implica una línea de crédito abierta del Tesoro estadounidense a favor del Banco Central argentino por 20.000 millones de dólares, fue difundido con una estrategia calculada cuarenta minutos antes de la apertura del mercado local. Sin embargo, el impacto psicológico que se esperaba obtener se desvaneció de inmediato. La divisa norteamericana registró un incremento y los títulos públicos sufrieron una depreciación, una clara señal de que la percepción de fragilidad del gobierno se mantiene incólume, a pesar de contar con el aval de figuras como Scott Bessent.
En declaraciones a la prensa de su país, el presidente Trump intentó justificar el operativo de auxilio financiero hacia la Argentina, que despierta un significativo rechazo en amplios sectores de su nación, con una frase lapidaria: «Los argentinos se están muriendo». Esta expresión, de una crudeza inusual, llevó a muchos a preguntarse si el mandatario se refería a las consecuencias palpables de los casi dos años de gestión de Milei.
La semana previa a los comicios legislativos comenzó con el agotamiento de una de las últimas alternativas con las que contaba el oficialismo para enfrentar la coyuntura. Se consolida la idea de que ni la estrategia económica ni el mecanismo de bandas cambiarias sobrevivirán mucho más allá del 26 de octubre si los resultados no le son favorables al gobierno.
Analistas de la consultora Equilibra precisaron que, a diferencia del swap celebrado con China, este acuerdo no tendrá un efecto directo sobre las reservas brutas del Banco Central a menos que sea activado. De utilizarse alguna parte de ese crédito, los fondos ingresarían al organismo monetario como reservas de libre disponibilidad.
La pronunciada caída de los bonos de deuda argentina sólo mostró una leve recuperación hacia el final de la jornada, tras el anuncio del secretario de Finanzas, Pablo Quirno, quien comunicó el inicio de las negociaciones para concretar una recompra de pasivos soberanos. A través de la red social X, Quirno informó que se ha designado a JP Morgan como el banco encargado de asistir en este proceso. La noticia logró revertir las pérdidas, que alcanzaban hasta un tres por ciento, transformándolas en ganancias promedio del dos por ciento. No obstante, persistió un escepticismo generalizado sobre la concreción efectiva de esta operación.
Se trata de una adquisición de títulos que, con alta probabilidad, será aprovechada por los fondos de inversión especulativos que buscan desprenderse de sus activos argentinos y abandonar el país. Es la misma maniobra de la que fue acusado días atrás el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, cuando se lo señaló por intentar «ganar tiempo» para facilitar la retirada de «sus amigos», entre los que se mencionaba a Rob Citrone. El propio Paul Krugman, premio Nobel de Economía, se sumó a estas críticas mediante un artículo publicado hace apenas un par de semanas.
Mientras Javier Milei prepara una nueva visita a Estados Unidos para participar en un foro empresarial en Miami, donde coincidirá con Donald Trump, la cadena norteamericana volvió a enfocarse en la figura del presidente argentino durante el fin de semana, aunque resaltando su aspecto más grotesco. Términos como «artista frustrado», «Wolverine de bajo presupuesto» y «dictador» fueron algunos de los utilizados para describirlo en un programa de amplia audiencia.
Por su parte, Donald Trump tuvo el domingo por la noche unas expresiones realmente sorprendentes respecto al apoyo que su país le está brindando a la Argentina. Ante una periodista que hizo alusión al desagrado que la ayuda financiera genera en los sectores agrícolas estadounidenses, y que le preguntó si tenía un mensaje para ellos, Trump respondió con vehemencia: «Argentina está luchando por su vida, señorita. Usted no sabe nada al respecto. Están luchando para sobrevivir, no estamos beneficiando a ellos más que a los agricultores, ¿entiende lo que eso significa? No tienen dinero, están luchando con todas sus fuerzas para sobrevivir».
En un contexto donde la divisa estadounidense escalaba, y las acciones y bonos se desplomaban tras el comunicado unilateral del Banco Central —curiosamente, un acuerdo bilateral anunciado por una sola de las partes—, el presidente Milei realizó algunos comentarios sobre el swap sin ofrecer precisiones sobre su efecto concreto. Por ejemplo, se desconoce si existen fechas definidas para su activación o si los montos aprobados se integrarán a las reservas internacionales, como sucedía con los yuanes del swap chino.
El mandatario explicó que la estructuración de un swap es un intercambio de monedas, un crédito recíproco que sólo se ejecuta cuando es necesario. Incluso anticipó que, si no pueden acceder a los mercados de capitales debido a un alto riesgo país, utilizarían esta línea para afrontar los vencimientos de deuda de 2026. «Ese es el fin que tiene: es para darle seguridad a aquellos que han invertido en Argentina, para que baje el riesgo país, para que baje la tasa de interés y para que los argentinos puedan tener acceso al crédito», añadió.
Esta misma explicación ayuda a comprender la reacción negativa del mercado. El swap no incorporó dólares a las arcas del Banco Central, por lo que no cumple ni siquiera una función simbólica de fortalecer la posición de la autoridad monetaria para contener la creciente demanda de dólares por parte de empresas, inversores y el público general.
Con el salto registrado, el tipo de cambio mayorista se situó a apenas una escasa distancia del límite superior de la banda de flotación. Si supera ese umbral, obligaría al Banco Central a vender reservas para contener la cotización. Se estima que el organismo dispone de no más de 1.500 millones de dólares para esta finalidad, un monto que podría agotarse en cuestión de días. Los fondos del swap no están, ni estarían, disponibles para ese objetivo. En cambio, fuentes calificadas no descartan que la intención de Bessent sea continuar interviniendo en el mercado único local, vendiendo divisas para defender el esquema, tal como habría hecho en octubre.
En la práctica, esto significa que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos ha asumido el papel que el Banco Central de Santiago Bausili ya no puede desempeñar: la defensa de un régimen cambiario que un número creciente de actores da por terminado.