En una jornada de marcada tensión financiera, el tipo de cambio en todos los mercados registró fuertes incrementos. La medida del swap anunciada por el BCRA fracasó en contener la ansiedad del mercado, que sigue con atención el pulso de las tratativas con Estados Unidos.
El mercado cambiario amaneció con un salto significativo este martes 21 de octubre, en un contexto de alta volatilidad y nerviosismo que no se vio apaciguado por el reciente anuncio del acuerdo swap con la Reserva Federal estadounidense. La divisa estadounidense en su variante oficial inició las operaciones con un avance de diez pesos, estableciendo una cotización de 1.495 pesos para la venta al público.
Sin embargo, el foco de atención continúa puesto en el mercado paralelo, donde el denominado dólar blue experimentó una pronunciada trepa hasta alcanzar los 1.525 pesos, ampliando de manera preocupante la diferencia con la cotización regulada. Esta brecha refleja la profunda desconfianza y la persistente demanda de refugio en moneda dura ante un escenario económico local incierto.
Los dólares financieros, alternativas legales para acceder a divisas, no se mantuvieron al margen de la tendencia alcista. El dólar MEP se transó en los 1.544 pesos, mientras que el Contado con Liquidación (CCL) escaló hasta los 1.560 pesos, confirmando una presión generalizada sobre todas las variantes del tipo de cambio.
La expectativa del sector financiero se centra ahora en la concreción definitiva del pacto con las autoridades norteamericanas y en la potencial intervención directa del Tesoro de EE.UU. mediante la adquisición de pesos en el mercado local, una medida inédita que busca brindar estabilidad. Mientras tanto, el dólar mayorista, que abrió la jornada en 1.477 pesos, se mantiene rozando el límite máximo de la banda cambiaria establecida por el Banco Central, lo que señala una presión constante.
La sombra del mercado informal
Frente a la rigidez del mercado oficial, el dólar blue emerge como el termómetro no oficial de la ansiedad financiera. Esta cotización, determinada exclusivamente por la oferta y la demanda en el circuito informal, opera al margen de la regulación estatal. Su naturaleza extrabursátil lo convierte en un indicador de la desconfianza, influenciado por la especulación, la inflación y el contexto político, pero también implica riesgos operativos y costos más elevados para los ahorristas.
La evolución histórica de esta cotización paralela ha estado marcada por una tendencia alcista, especialmente en períodos de alta incertidumbre y restricciones a la compa de divisas, consolidándose como un barómetro de la tensión económica que vive el país.