Tras días de intensas pero infructuosas recorridas en un terreno hostil, las autoridades descartan la supervivencia de los jubilados. La investigación cambia su rumbo principal, apuntando ahora a un delito que habría terminado de manera trágica, mientras crece la crítica por la falta de recursos aéreos.
La angustiosa incertidumbre que rodea la desaparición de Pedro Kreger y Juana Inés Morales comienza a ceder paso a un lúgubre presentimiento. Con el transcurso de las jornadas sin ningún indicio alentador, la posibilidad de hallar con vida a los adultos mayores se desvanece progresivamente. El fiscal jefe de Comodoro Rivadavia, Cristian Olazábal, fue contundente al desestimar públicamente ese escenario, un giro sombrío que ha obligado a los investigadores a reorientar los ejes centrales de la causa hacia la hipótesis de un “presunto homicidio” o una “desaparición accidental”.
“No creo que estén con vida”, afirmó con crudeza el representante del Ministerio Público durante una intervención televisiva. Para fundamentar su pesimista evaluación, describió la extrema hostilidad del paraje natural donde se encontró el vehículo de los desaparecidos. “La zona es muy difícil para la supervivencia, salvo que cuentes con ayuda de terceros”, explicó, subrayando lo agotador y complejo del terreno. En un intento por equilibrar el frío análisis con la sensibilidad que el caso genera a nivel nacional, Olazábal añadió: “Si te lo tengo que responder desde la esperanza, ojalá que sí. Si lo tengo que responder desde el sentido común, diría que no”.
Esta perspectiva fue reforzada por el ministro de Seguridad y Justicia de Chubut, Héctor Iturrioz, quien se inclinó abiertamente por la teoría de un hecho delictivo. Sostuvo que la hipótesis que manejan las autoridades se vincula con “un delito que salió mal y terminó en homicidio”. “Aparentemente fue un robo armado”, especificó en declaraciones radiales, al tiempo que remarcó la imperiosa necesidad de localizar a las víctimas: “Los cadáveres deben aparecer”. Pese a este fuerte indicio, también aclaró que, hasta el momento, no se ha hallado evidencia concreta que certifique la intervención de otras personas, manteniendo abierta una línea de investigación sobre una posible desaparición fortuita.
Los operativos de búsqueda más recientes se concentraron en la zona de Zanjón Grande, un sector agreste y de difícil acceso dentro del Área Natural Protegida Piedras Coloradas. Sin embargo, el resultado fue desalentador. “Honestamente, no se encontró nada”, admitió el fiscal Olazábal, anunciando la necesidad de redirigir los esfuerzos hacia otras áreas. El operativo, que inspeccionó minuciosamente desde las grietas más amplias hasta las más insignificantes, no arrojó pista alguna sobre el paradero de Kreger y Morales.
En medio de esta crítica situación, surgió un contundente reclamo por la falta de medios adecuados. Olazábal criticó con dureza la limitación en el acceso a recursos aéreos, fundamentales para un rastrillaje efectivo en geografías tan complejas. En una denuncia que generó sorpresa, reveló que el Ejército, lejos de colaborar desinteresadamente, cobró por el transporte de personal. “Eso no es colaborar”, afirmó, desmintiendo las versiones públicas de las Fuerzas Armadas. En marcado contraste, resaltó el invaluable aporte de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia, que proveyó vehículos, logística y alimentos para los equipos de búsqueda.
Para optimizar las tareas, las autoridades despliegan un operativo combinado que incluye drones equipados con inteligencia artificial, canes adiestrados, bomberos, voluntarios civiles y vehículos todoterreno. Ante la magnitud del desafío, el fiscal confirmó que se han elevado solicitudes de apoyo al gobierno nacional, aunque aclaró que se trata de “recursos limitados y costosos, por lo tanto, se cuidan y se dejan para última instancia”. Mientras la esperanza se diluye, la investigación profundiza su labor, trazando un minucioso mapeo del último recorrido conocido de los jubilados, en una carrera contra el tiempo que cada día parece más judicial que de rescate.
