El ex presidente y el actual mandatario profundizarán su acercamiento en una nueva reunión, mientras en las bases del macrismo crece la expectativa por una definición que trascienda el apoyo legislativo y consolide un espacio propio de cara al futuro electoral.
El reciente reencuentro entre Mauricio Macri y Javier Milei, que tuvo lugar de manera informal durante una breve pausa, tendrá su continuación en un almuerzo de trabajo que ambos líderes sostendrán en las próximas horas. Este nuevo acercamiento se da en un marco donde el Jefe de Estado ha admitido la posibilidad de integrar figuras propuestas por el expresidente a su equipo de gobierno, al mismo tiempo que se ha encargado de despejar cualquier especulación sobre un eventual reclamo de cargos por parte de su interlocutor, tal como lo han sostenido desde un principio los referentes del espacio opositor.
Se anticipa que, al igual que ocurrió en el último acto público que compartieron, Macri expondrá ante Milei su perspectiva sobre la situación nacional, incluyendo sus apreciaciones y sus puntos de desacuerdo. No obstante, dentro de su fuerza política existe un consenso generalizado: la iniciativa para forjar una colaboración más estrecha no le compete a ellos, sino al Ejecutivo nacional, que es quien detenta la victoria electoral y, por lo tanto, la legitimidad de mandato. Esta fase se configura así como un momento crucial para delinear los contornos de una relación que hasta ahora ha sido ambivalente.
La interna política no es ajena a este proceso. Como se supo recientemente, María Eugenia Vidal ya ha manifestado abiertamente su aspiración de que el PRO se constituya en una alternativa de poder con identidad propia. En sintonía con esa idea, el propio Macri ha avanzado que para las elecciones de 2027 el partido contará con una candidatura presidencial autónoma. De materializarse este objetivo, sería él mismo el postulante, dado que su actual liderazgo al frente del partido se extiende hasta el año 2028. Frente a este escenario esbozado por su aliado circunstancial, Mileia ha transmitido que no existiría objeción alguna para que la agrupación presente su propio nombre en la contienda electoral.
Desde el macrismo aseguran no mantener exigencias ni expectativas concretas para este encuentro, conscientes de que cualquier determinación final recae en La Libertad Avanza y, muy especialmente, en la voluntad personal del Presidente. Durante estos dos años, el PRO se ha mantenido en un estado de disponibilidad permanente, atendiendo los requerimientos de la Casa Rosada bajo la convicción de que las reformas emprendidas resultaban positivas para la Nación, y anteponiendo ese beneficio percibido a una estrategia meramente partidaria.
Sin embargo, la profundización de este vínculo dependerá por completo de la disposición del Presidente para encarar los reclamos que el mismo Macri le formuló antes de asumir: promover una genuina apertura al diálogo y convocar con honestidad y humildad, ingredientes fundamentales para forjar consensos y mayorías estables. En el PRO no desean que un posible giro en la actitud gubernamental se circunscriba únicamente a su espacio, sino que se extienda a todas las fuerzas políticas dispuestas a colaborar, entendiendo que el trayecto por delante será igual o más arduo que el ya recorrido.
Se prevé que este proceso de transformación genere costos políticos inevitables, para lo cual será indispensable contar con apoyos sólidos y una amplia red de contención que permita avanzar con las reformas y, a la vez, amortigüe el malestar social que estas pudieran generar. No obstante, en el círculo íntimo del expresidente admiten con realismo que la concreción de un escenario de colaboración estable no depende exclusivamente de su voluntad, sino del gobierno, que, tal como Macri ha señalado, obtuvo una segunda oportunidad tras renacer políticamente, un privilegio del que pocos gozan.
En el seno del partido amarillo son plenamente conscientes de que un segmento de su electorado más fiel nunca ha avalado esta alianza con La Libertad Avanza. Aunque reciben constantes muestras de descontento en el espacio público y en las plataformas digitales, sostienen con firmeza que el PRO perdurará como una fuerza política y que su identidad no se superpone por completo con la del actual gobierno.
Existen, es cierto, importantes convergencias programáticas entre ambos espacios, particularmente en áreas como la desregulación económica, la baja de impuestos y las transformaciones en materia laboral y previsional. Se da por sentado que en estos proyectos legislativos ambos bloques actuarán de manera coordinada. Sin embargo, el PRO también buscará preservar y promover iniciativas que le son propias, como la ley de Ficha Limpia, la defensa irrestricta de la institucionalidad republicana y una agenda de modificaciones en el Poder Judicial, marcando así los límites de una alianza que se negocia día a día.
