Tras otra eliminación clave, el DT Úbeda reveló que una molestia lumbar impidió el ingreso del uruguayo. Su año marcado por lesiones y bajo rendimiento pone bajo la lupa su continuidad, pese a tener contrato vigente.
La última imagen de Edinson Cavani en el ciclo de Boca Juniors durante el 2025 podría quedar grabada con amarga crudeza: caminando de regreso desde la banda, alejándose del campo de juego que tanto lo ha visto brillar, víctima de una nueva dolencia física. El entrenador Claudio Úbeda, en la conferencia de prensa posterior a la eliminación ante Racing en la semifinal del Torneo Clausura, no buscó atenuantes. Al explicar por qué el experimentado delantero no ingresó pese a estar listo para reemplazar a Milton Giménez, expuso una realidad más que preocupante. «Sufrió una molestia en la espalda», afirmó, describiendo un episodio que sintetiza un año entero de contratiempos para el ‘Matador’.
Este episodio no fue un hecho aislado, sino el colofón de una temporada en la que el estado físico del uruguayo se convirtió en su principal adversario. Lejos quedó la versión goleadora y determinante de 2024, aquella que con 20 conquistas se erigió como baluarte del equipo. En el presente año, su participación fue decreciente y opaca: apenas cinco goles en 24 presentaciones, con recurrentes problemas musculares y lumbares que lo marginaron precisamente en los instantes más cruciales.
Su ausencia se sintió con fuerza en los compromisos definitorios. No estuvo en condiciones óptimas frente a Alianza Lima en la previa de la Copa Libertadores, tampoco en los cuartos de final del Apertura ante Independiente, y su participación en el Mundial de Clubes fue intrascendente. En el tramo final del Clausura, su rol se diluyó por completo: en las últimas cinco convocatorias, se limitó a sumar escasos 55 minutos desde el banco de suplentes. La paradoja es evidente: un jugador de su calibre, nominado para ingresar en una semifinal, quedó inhabilitado por una lesión durante el calentamiento, privando al técnico de una opción que consideraba vital.
Esta situación genera un dilema de enormes proporciones para la dirigencia xeneize. Cavani posee un vínculo contractual hasta diciembre de 2026, con una cláusula que permite su desvinculación al cierre de este año, opción que fue incorporada precisamente ante la incertidumbre sobre su respuesta física a los 38 años. Su rendimiento actual lo coloca en una zona gris: no es titular indiscutido, pero su jerarquía impide considerarlo un suplente convencional. Sin embargo, su fiabilidad para aportar en momentos de máxima presión está seriamente cuestionada.
Internamente, el panorama parece estar cambiando. Si bien el vicepresidente Juan Román Riquelme lo elogió públicamente hasta hace poco, destacando su clase técnica más allá de la falta de gol, ahora los silencios y las evaluaciones son más elocuentes. Fuentes del Predio de Ezeiza admitieron con crudeza que, en los hechos, el uruguayo «terminó siendo un integrante más del cuerpo técnico», una frase que ilustra su nula incidencia deportiva en la etapa decisiva.
El futuro inmediato del icono uruguayo se presentará como una conversación necesaria y compleja durante el receso. Boca debe analizar con sinceridad si puede planificar una exigente Copa Libertadores con un Cavani que ya no parece ser una alternativa confiable, incluso desde el banco. El deseo del jugador de continuar y de redimirse choca frontalmente con la evidencia médica y estadística. La pasión y el legado de ‘Matador’ se enfrentan a la fría lógica del alto rendimiento, en una encrucijada que definirá no solo su destino, sino también una parte importante de la planificación deportiva del club para la próxima temporada.
