Una jornada de celebración se transformó en tragedia en una de las playas más icónicas de Australia. Dos individuos perpetraron una masacre durante un evento judío, en un episodio calificado como acto terrorista que conmociona al país y recibe el repudio unánime de la comunidad global.
Una sombra de horror cubrió este domingo las arenas de Bondi Beach, el emblemático litoral de Sídney, donde un tiroteo masivo durante la celebración de la festividad judía de Janucá segó la vida de dieciséis personas y dejó a cuarenta heridos. Las autoridades australianas no han dudado en catalogar la agresión como un “acto terrorista”, confirmando el hallazgo de artefactos explosivos artesanales en un vehículo vinculado a uno de los agresores.
El suceso, que marca el primer ataque mortal contra la comunidad judía en la historia de Australia, ocurrió durante el evento “Janucá junto al Mar”, que congregaba a cerca de un millar de participantes. La violencia irrumpió hacia el atardecer, sembrando el pánico y obligando a una desesperada huida que dejó la zona sembrada de objetos abandonados. En medio del caos, emergió un acto de extraordinario valor: un vendedor de frutas de 43 años, identificado por la prensa local como Ahmed al Ahmed, enfrentó a uno de los pistoleros, logró desarmarlo y, pese a resultar herido por dos proyectiles, evitó una carnicería mayor. Su intervención es señalada como decisiva para salvar numerosas vidas.
El balance, aún provisional, es desgarrador. Catorce personas perdieron la vida en el acto, mientras otras dos, una niña de diez años y un hombre de cuarenta, fallecieron posteriormente en centros hospitalarios. Las víctimas, cuyas identidades comienzan a ser establecidas, tenían edades comprendidas entre la primera infancia y la ancianidad. En la actualidad, cinco de los heridos permanecen en estado crítico, luchando por sus vidas. Uno de los atacantes, un hombre de cincuenta años, fue abatido por las fuerzas policiales en el lugar. Su cómplice, de veinticuatro años, fue detenido y se encuentra hospitalizado bajo custodia con heridas de gravedad.
La respuesta institucional fue inmediata. La zona fue acordonada como escena del crimen, con un amplio despliegue de efectivos y la intervención del Equipo Conjunto de Lucha contra el Terrorismo, que ha incautado tres armas de fuego para su análisis. El primer ministro, Anthony Albanese, dirigió un emotivo discurso a la nación, definiendo el ataque como “un acto de maldad, antisemitismo y terrorismo” dirigido contra los judíos australianos en el primer día de Hanukkah. “Un ataque contra los australianos judíos es un ataque contra todos los australianos”, afirmó con contundencia, tras convocar de urgencia al Comité Nacional de Seguridad y prometer el empleo de todos los recursos para proteger a la comunidad.
Desde la Asociación Judía de Australia, su máximo representante, Robert Gregory, elevó la voz para denunciar que esta tragedia era “absolutamente previsible” y criticó la falta de medidas suficientes de protección por parte del gobierno.
La condena internacional ha sido unánime y transversal. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, expresó su horror y solidaridad con la comunidad judía mundial en un día destinado a celebrar “el milagro de la paz y la luz”. Líderes europeos como la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Keir Starmer, se sumaron al repudio, enfatizando la lucha común contra la violencia y el antisemitismo. Incluso el rey Carlos III, jefe de Estado de Australia, transmitió su consternación.
Estados Unidos, a través de su secretario de Estado, Marco Rubio, condenó enérgicamente el ataque terrorista, mientras desde Israel, el primer ministro Benjamin Netanyahu estableció una polémica vinculación con el reciente reconocimiento australiano de un Estado palestino. En un gesto significativo, varias naciones árabes, incluidos Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Líbano y Jordania, así como el propio Ministerio de Exteriores palestino, rechazaron rotundamente el terrorismo y advirtieron contra los discursos de odio y extremismo.
Este episodio en Bondi Beach constituye el tiroteo masivo más mortífero en Australia desde la masacre de Port Arthur en 1996, un hito trágico que en su día transformó la legislación sobre armas del país. Ahora, la nación antípoda se enfrenta a un nuevo y doloroso punto de inflexión, marcado por el terror y el antisemitismo, que deja una comunidad en luto y una pregunta colectiva sobre la seguridad en un lugar símbolo de la vida australiana.
