El holding mexicano Alsea decidió desprenderse de la operación local de la cadena de hamburguesas, en el marco de una estrategia global de desinversión. Fondos de inversión y grupos gastronómicos ya observan la oportunidad de adquirir las más de cien sucursales, en un mercado local que enfrenta una profunda recesión del consumo y una competencia cada vez más feroz.
El mercado argentino de la comida rápida se encuentra ante un posible cambio de paradigma. La corporación mexicana Alsea, que durante más de diez años operó la franquicia de Burger King en el país, tomó la decisión de poner a la venta la totalidad de sus 116 establecimientos. Esta maniobra no es un hecho aislado, sino que se enmarca dentro de un plan de reestructuración más amplio que incluye la retirada del mismo negocio en Chile y México, siguiendo el camino ya recorrido con la venta de la operación española al fondo de capitales Cinven el año pasado.
Sin embargo, esta movida no implica la retirada completa del grupo mexicano del territorio argentino, ya que la empresa mantendrá bajo su órbita la gestión de la cadena de cafeterías Starbucks, considerada una de las joyas más dinámicas y rentables de su cartera de inversiones.
La incógnita que ahora gira en el ámbito empresarial es la identidad del futuro dueño de la segunda cadena de hamburguesas más grande del mundo. Entre los interesados que han sonado con fuerza se encuentra la firma local DGSA, conocida por administrar las pizzerías Kentucky y con una trayectoria en el sector del fast food a través de las marcas Sbarro y Chicken Chill. Su bagaje en la gestión de establecimientos de alto volumen la perfila como un postor con credibilidad.
Otro actor que emerge como un candidato potente es el fondo de inversión Inverlat, el cual cuenta con un historial sólido en el rubro, habiendo controlado en la última década las licencias de Wendy’s y KFC en la nación. Esta experiencia le ha proporcionado un conocimiento profundo de las particularidades y los vaivenes del consumo local. Asimismo, el grupo ecuatoriano Int Food, que arribó en 2018 precisamente con la adquisición de las operaciones de Wendy’s y KFC, suena con intensidad. Su evidente ambición por expandir su presencia en el cono sur podría convertirlo en un natural aspirante a absorber la franquicia de Burger King.
La operación también ha captado la atención de fondos internacionales de inversión, lo que sugiere la posibilidad de una inyección de capitales externos que busquen apostar al potencial de recuperación del mercado argentino a mediano plazo. La designación del banco BBVA para conducir la búsqueda de un comprador subraya el carácter estratégico de esta transacción. La elección final del adquirente será decisiva para definir el rumbo inmediato de la marca en un escenario nacional cada vez más competitivo y con rentabilidades más estrechas.
El contexto actual de Burger King en Argentina es complejo. La cadena, que desembarcó en el país en 1989 y hoy cuenta con presencia en once provincias, navega aguas turbulentas. Por un lado, debe enfrentar la ofensiva de rivales consolidados: McDonald’s sostiene su liderazgo indiscutido, mientras que la cadena nacional Mostaza se ha erigido en los últimos años como un contrincante de envergadura gracias a una estrategia agresiva de expansión y precios.
Además, el sector ha experimentado una transformación profunda con el avance de las hamburgueserías gourmet. Estos establecimientos, con propuestas artesanales, menús diferenciados y ambientes más elaborados, han logrado capturar un segmento de la clientela que está dispuesta a pagar un precio superior a cambio de una experiencia gastronómica distintiva. Esta tendencia ha forzado a los gigantes del fast food a reinventarse constantemente en términos de productos, servicios de delivery y estrategias de comunicación.
El panorama se completa con la irrupción de otras opciones de comida rápida, como las cadenas especializadas en pollo frito y formatos híbridos, que han diversificado enormemente la oferta disponible. En este ecosistema, la competencia ya no se limita a la venta de hamburguesas, sino que se extiende a la lucha por ganar espacio en un mercado sumamente fragmentado.
Un factor crítico que agrava esta situación es la pronunciada caída del consumo interno. Según reportes de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC), desde el mes de marzo se ha registrado una contracción del veinte por ciento en el consumo dentro del rubro. La disparada cambiaria, que encareció los precios en dólares, la drástica reducción del turismo internacional y la sostenida pérdida del poder adquisitivo de la población figuran entre las causas principales de esta crisis. En la capital del país, el panorama es desolador, con una alarmante cantidad de mesas vacías que ha encendido todas las alarmas y ya ha provocado el cierre definitivo de numerosos locales que no lograron sostener su estructura de costos frente al derrumbe de la demanda.