Victoria Libertaria en Argentina: Un Triunfo con Sello Estadounidense

Victoria Libertaria en Argentina: Un Triunfo con Sello Estadounidense

Donald Trump y su equipo se atribuyen públicamente el éxito de Javier Milei, revelando una estrategia de intervencionismo político y económico destinada a consolidar su influencia en América del Sur. Los intereses detrás de este apoyo incluyen el acceso a minerales críticos y la contención de China.

La victoria electoral de La Libertad Avanza en Argentina no solo despertó celebraciones locales, sino que también obtuvo un inmediato y revelador reconocimiento desde Estados Unidos. Horas después de conocerse los resultados provisionales, figuras centrales del entorno de Donald Trump se adjudicaron una parte crucial del triunfo, pintando un cuadro de intervencionismo político y económico que trasciende las fronteras.

Con inusual celeridad, el expresidente Trump se refirió al resultado como una “gran victoria” y destacó el “muy fuerte respaldo” brindado por su equipo al presidente Javier Milei. En declaraciones públicas, Trump no solo felicitó al líder argentino, sino que extendió los créditos a sus colaboradores directos, como Scott Bessent y otros, afirmando que esta alianza les permite obtener un “fuerte manejo en América del Sur”. La rapidez y transparencia de estas declaraciones dejaron en evidencia una estrategia deliberada de apoyo internacional en las semanas previas a los comicios.

El intercambio de elogios no se hizo esperar. A través de las redes sociales, Milei agradeció a Trump, subrayando que sus naciones “nunca debieron dejar de ser aliadas” y prometiendo colaborar en “la batalla por la civilización occidental”. Esta sincronía retórica refleja una sintonía ideológica y sugiere compromisos que exceden lo diplomático.

Detrás de esta celebración pública se esconde un salvataje económico de contornos aún poco claros. Días antes de la elección, se concretó una operación de compra de pesos argentinos por parte de Estados Unidos, impulsada por el Secretario del Tesoro Scott Bessent. Esta medida, presentada como un mecanismo para asegurar pagos futuros y reducir el riesgo país, funcionó como un respaldo financiero clave en un momento de alta volatilidad. Bessent, de hecho, fue uno de los primeros en felicitar a Milei, destacando la “confianza” depositada en su gobierno.

Las tensiones internas en Estados Unidos no pasaron desapercibidas. El aumento de las cuotas de importación de carne argentina generó controversia entre legisladores y productores locales, llevando a Trump a pronunciarse. Aseguró que “cuidará a los ganaderos” estadounidenses, pero admitió la necesidad de importar para bajar los precios domésticos. Esta concesión comercial parece ser parte de un cálculo mayor, donde los interes económicos se subordinan a objetivos geopolíticos más amplios.

Entre esos objetivos, destaca el acceso a los minerales críticos. Argentina cuenta con reservas significativas de tierras raras, elementos esenciales para la fabricación de tecnología avanzada, desde baterías hasta equipos de inteligencia artificial. Hace más de un año, el gobierno argentino firmó un memorándum de entendimiento con Estados Unidos para cooperar en la exploración y extracción de estos recursos. El reavivamiento de estas conversaciones bajo la administración Trump refleja una carrera por asegurar cadenas de suministro estratégicas y reducir la dependencia de China, que durante años ha dominado este sector.

La simpatía política de Washington hacia el gobierno de Milei, por lo tanto, no es casual ni desinteresada. Se trata de una alianza basada en intereses concretos: económicos, comerciales y estratégicos. El respaldo público de Trump y su equipo no solo valida una victoria electoral, sino que anuncia una nueva etapa de influencia estadounidense en la región, donde la Argentina libertaria se erige como un aliado clave en la reconfiguración del poder global.

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