Tras el Triunfo Electoral, la Tensión Cambiaria Desnuda la Fragilidad del Plan Económico

Tras el Triunfo Electoral, la Tensión Cambiaria Desnuda la Fragilidad del Plan Económico

El dólar supera la barrera psicológica de los 1500 pesos, desoyendo el resultado legislativo. Mientras el ministro Caputo atribuye la presión al fantasma kirchnerista, informes confidenciales de la banca internacional y movimientos de los ahorristas señalan un tipo de cambio artificialmente bajo como el núcleo del problema. La disyuntiva del oficialismo: sostener el ancla cambiaria que frena la inflación o liberar una devaluación que cuestione todo el programa.

En las primeras cuarenta y ocho horas posteriores al triunfo oficialista en los comicios legislativos, una incertidumbre previa al acto electoral se negó a disiparse: la divisa norteamericana volvió a perforar la marca de los mil quinientos pesos, ubicando al tipo de cambio mayorista en el límite máximo de la flotación pactada con el Fondo Monetario Internacional. Este movimiento dejó al descubierto una tensión latente que persiste en el centro de la escena financiera.

La actitud del mercado, los análisis de las principales entidades de inversión globales y el comportamiento de los ahorristas coincidieron en un diagnóstico: el precio de la moneda extranjera se mantiene en un nivel excesivamente bajo. Esta percepción generalizada impulsó al ministro de Economía, Luis Caputo, a recurrir a sus redes sociales para reflotar la noción del «Riesgo Kuka», una figura que él asocia a un eventual regreso del kirchnerismo al poder. Esta estrategia discursiva es empleada como un recurso para enmascarar las dificultades intrínsecas del plan económico del presidente Milei y su propio liderazgo.

De acuerdo con información a la que accedió este diario, Caputo permanece aferrado al esquema de bandas cambiarias por una razón fundamental: considera que abandonarlo equivaldría a «cuestionar la totalidad de mi programa». Su premisa no carece de un ápice de verdad. El dólar artificialmente deprimido ha sido el instrumento clave para contener los índices de inflación, pero simultáneamente se ha convertido en el talón de Aquiles para la sostenibilidad general del modelo. Fue esta misma decisión de congelar el tipo de cambio la que forzó, en un principio, un rescate del FMI y, posteriormente, una supervisión más directa del gobierno de los Estados Unidos sobre la política económica libertaria. Liberar la cotización implicaría, por lo tanto, hacer añicos la frágil expectativa positiva conseguida tras las elecciones.

La situación se complejiza con un dato adicional: este escenario de ebullición financiera se desarrolla mientras Estados Unidos aún no ejecuta la recompra de pesos que adquirió para convertirlos en dólares. Cuando esa operación se concrete, el Banco Central deberá desprenderse de más de 2100 millones de dólares, ejerciendo una presión adicional sobre el ya tensionado precio de la divisa.

La Breve Teoría del Riesgo Político

La noche del domingo electoral, cuando el triunfo gubernamental se confirmó, el Presidente y su círculo íntimo creyeron haber conjurado el denominado «riesgo político», al que identificaban como el combustible de la especulación cambiaria previa a los comicios. La teoría, sin embargo, demostró una extrema fugacidad. Apenas iniciada la rueda del lunes, el dólar experimentó un salto significativo, una tendencia alcista que se extendió hasta el martes, cuando tocó los 1505 pesos. Fue entonces cuando el ministro Caputo, en un giro contradictorio, retomó su cuenta en la red social X para justificar la nueva oleada de tensión, apelando nuevamente al riesgo político que horas antes habían declarado extinguido.

En un mensaje que generó perplejidad en los ámbitos económicos, «Toto» Caputo condicionó incluso la llegada de inversiones al desempeño de la oposición, argumentando que ningún «país serio» puede ofrecer la «volatilidad política» que representa, a su juicio, el kirchnerismo. Estas declaraciones, emitidas a menos de dos días de un triunfo electoral contundente, sonaron para muchos analistas como una excusa para desviar la atención de los errores propios.

La Voz de los Mercados y la Burbuja Oficial

En paralelo a la narrativa gubernamental, entre inversores locales y extranjeros comenzaron a circular informes confidenciales de bancos de la talla de Morgan Stanley y JP Morgan. Estos documentos advierten con unanimidad sobre la necesidad de una corrección del tipo de cambio. La primera entidad calculó que, tras el resultado electoral favorable a Milei, la divisa debería cotizarse en un valor mínimo de 1700 pesos para reflejar una paridad más realista. La misma recomendación devaluatoria le fue transmitida a Caputo por un alto directivo del FMI e, incluso, por funcionarios del Tesoro estadounidense, quienes reclamaron que la administración inicie un proceso de compra de reservas.

No obstante, en el Ministerio de Economía se permanece en una burbuja de negación. El equipo ministerial desestimó las advertencias, atribuyendo la suba del dólar a la demanda generada por el vencimiento de un bono indexado. Fuentes del mercado consultadas por este medio calificaron la excusa como «débil», señalando inconsistencias técnicas en el argumento oficial.

La visión desde la trinchera financiera es contundente. Un operador de la City explicó: «Aquí lo que existe es una demanda genuina porque el precio es bajo y la señal oficial es que lo mantendrán ahí. El gobierno cree que el ahorrista que compra a 1400 vende cuando baja, pero en realidad espera. La gente compra dólares porque los quiere, no para especular».

Mientras el oficialismo se debate entre su ancla cambiaria y la presión de la realidad, la fragilidad del plan económico queda expuesta, demostrando que, más allá de los discursos y los fantasmas políticos, las leyes del mercado imponen sus propios tiempos y verdades.

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