En una ceremonia solemne, la Corte Suprema lideró un reconocimiento a los magistrados del tribunal que, en 1985, condenó a los máximos responsables de la última dictadura. Autoridades judiciales destacaron el fallo como un ejemplo mundial de justicia transicional y un pilar fundacional de la democracia argentina.
El Poder Judicial conmemoró con solemnidad el cuadragésimo aniversario de la sentencia que juzgó y condenó a los integrantes de las primeras juntas militares, un veredicto considerado un parteaguas en la historia institucional argentina. La Corte Suprema de Justicia, presidiendo al resto de los estamentos judiciales, encabezó un emotivo homenaje a los camaristas federales que, en los frágiles inicios de la recuperación democrática, llevaron adelante aquel proceso sin precedentes.
La ceremonia, desarrollada en el emblemático Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Tribunales, no solo celebró el valor cívico de aquellos magistrados, sino que también puso de relieve el carácter excepcional de su labor. El presidente del máximo tribunal, Horacio Rosatti, subrayó que fue la primera ocasión en la que una dictadura en el país debió responder ante la justicia ordinaria por sus crímenes, rompiendo así un ciclo histórico de impunidad.
Durante el acto se entregaron placas recordatorias a los ex jueces o a sus familiares. El reconocimiento incluyó a León Arslanian, Ricardo Gil Lavedra, Guillermo Ledesma y Jorge Valerga Aráoz, quienes asistieron personalmente, y rindió tributo póstumo a Andrés D’Alessio y Jorge Torlasco. La convocatoria reunió a una extensa nómina de personalidades que marcaron aquella época: integrantes de la Corte Suprema, camaristas, ex miembros del gobierno de Raúl Alfonsín, representantes de la CONADEP, filósofos asesores, dirigentes radicales y referentes de organismos de derechos humanos y gremiales.
El histórico fallo de 1985 impuso condenas que llegaron hasta la reclusión perpetua para los ex comandantes Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera, y penas de prisión efectiva para otros tres integrantes de las juntas, por delitos de privación ilegal de la libertad, aplicación de tormentos y sustracción de bienes. La sentencia, que absolvió por insuficiencia probatoria a otros cuatro acusados, constituyó un mojón en la búsqueda de verdad y justicia.
Al dirigirse a los presentes, Horacio Rosatti definió la experiencia argentina como “un caso de justicia transicional ejemplar” a nivel global. Destacó que el proceso, impulsado por el entonces presidente Raúl Alfonsín, quebró una tradición de “amnesia artificial” y se constituyó en un “auténtico juicio justo”, lejos de ser una vindicta, caracterizado por un profundo respeto a las garantías legales y coronado con una “sentencia impecable”, a pesar de desarrollarse en un clima de extrema tensión y riesgos institucionales.
Por su lado, el ministro Ricardo Lorenzetti remarcó que los jueces homenajeados “han elevado el prestigio de la institución” y generaron un texto que integra la memoria colectiva. Afirmó que, con coherencia y templanza, inauguraron “una política de Estado” que se ha sostenido en el tiempo, subrayando que “la política de memoria y justicia ya forma parte del contrato social de los argentinos”.
El vicepresidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz, señaló que aquellos magistrados “pusieron al terror en su lugar” actuando estrictamente dentro del marco del derecho, otorgando al país “una respuesta jurídicamente impecable a crímenes atroces”. Resaltó que estuvieron a la altura del desafío histórico no solo por su preparación, sino por el coraje demostrado.
En representación de los homenajeados, León Arslanian agradeció el reconocimiento y definió el juicio como “un trabajo coral”, fruto del compromiso conjunto de múltiples actores. Expresó su esperanza de que aquella gesta permita “construir ese país que queremos que nos albergue a todos”.
A su turno, Ricardo Gil Lavedra evocó la “tarea titánica” que significó el proceso, valorando la valentía de los testigos que relataron sus padecimientos cuando la democracia aún era incipiente. Recordó que no existían precedentes ni una estructura normativa clara, pero primaba la convicción de que “el horror del pasado necesitaba un juicio justo”. Hizo un llamado a reivindicar la importancia de un Poder Judicial independiente, afirmando que “hoy Argentina sigue necesitando una justicia que no tenga miedo de aplicar imparcialmente la ley”.
La ceremonia concluyó con la posibilidad de recorrer el histórico Salón de los Derechos Humanos, escenario original del juicio, donde se exhibieron documentos del expediente y se proyectaron fragmentos del invaluable registro fílmico de más de quinientas horas, actualmente en proceso de preservación para su legado futuro. Este espacio integrará el Museo de la Corte Suprema, que se inaugurará el próximo año, como testimonio perdurable de un capítulo fundamental para la Nación.
