Aunque se levantaron las alertas iniciales, el gobierno nipón advirtió que el riesgo de réplicas potentes persiste durante los próximos días. El balance preliminar reporta treinta y tres personas lesionadas y daños materiales dispersos en la región norte.
El norte de Japón comenzó a transitar un camino hacia la normalidad este martes, luego de que un violento terremoto de magnitud 7,6 sacudiera la región durante la noche anterior. Las autoridades dieron por finalizadas las alertas principales en horas de la mañana, pero instaron a la población a mantenerse precavida ante la posibilidad tangible de que se registren fuertes réplicas en los próximos días. El Servicio Meteorológico nacional emitió una advertencia específica que se extenderá por una semana, basada en datos históricos que señalan una alta probabilidad de nuevos sismos significativos tras un evento de tal envergadura en la fosa de Japón.
El informe oficial de víctimas, aún preliminar, contabiliza a treinta y tres heridos, uno de los cuales se encuentra en estado de gravedad. En una sesión parlamentaria convocada de urgencia para tratar la emergencia, la primera ministra Sanae Takaichi aseguró que la prioridad absoluta del ejecutivo es preservar la vida de los ciudadanos. “Estamos poniendo la vida de las personas en primer lugar y haciendo todo lo que podemos”, afirmó la mandataria, quien detalló la activación inmediata de un grupo de trabajo especial para evaluar los perjuicios con celeridad.
El fenómeno natural se originó en el océano Pacífico, a escasos ochenta kilómetros de la costa de la prefectura de Aomori. Tanto los sismólogos japoneses como el Servicio Geológico de los Estados Unidos coincidieron en registrar una profundidad de cuarenta y cuatro kilómetros. La fuerza del movimiento generó, como consecuencia, un tsunami moderado. La Agencia Meteorológica de Japón confirmó que olas de hasta setenta centímetros impactaron contra varias localidades costeras.
La respuesta gubernamental fue inmediata y abarcó diversos frentes. El ministro de Defensa, Shinjiro Koizumi, informó sobre el despliegue de dieciocho helicópteros para realizar un reconocimiento aéreo de las zonas afectadas. Paralelamente, casi quinientas personas encontraron resguardo en la Base Aérea de Hachinohe, al sudeste de Aomori, tras ser evacuadas de sus hogares.
Evaluación de Daños y Servicios Restablecidos
Los efectos del terremoto se hicieron visibles en la infraestructura pública y privada. La caída de carteles y postes de alumbrado ocasionó destrozos en vehículos y contribuyó al número de lesionados. Aproximadamente ochocientos hogares padecieron un corte de energía eléctrica que se extendió desde la madrugada hasta pasadas las primeras horas del día, cuando la compañía Tohoku Electric Power logró restablecer el suministro. El transporte también sufrió severas interrupciones, con varias líneas ferroviarias suspendidas. La empresa East Japan Railway anunció su intención de reanudar los servicios a lo largo de la tarde.
Los incidentes se extendieron hasta el Aeropuerto New Chitose, en la vecina isla de Hokkaido, donde fragmentos del techo se desprendieron en una de las terminales. El hecho obligó a que alrededor de doscientos pasajeros permanecieran en el lugar durante la noche, sin que se registraran heridos. Una sección del edificio quedó inhabilitada para su uso.
En medio de la preocupación, las noticias desde el complejo industrial fueron relativamente alentadoras. En la planta de procesamiento de combustible nuclear de Rokkasho, ubicada en Aomori, se derramaron unos cuatrocientos cincuenta litros de agua de un sistema de refrigeración. No obstante, las autoridades precisaron que los niveles se mantuvieron dentro de los parámetros de seguridad establecidos y que no se activó ninguna alarma de riesgo en las instalaciones.
