EL LÍMITE DE LA AYUDA: ACOMPAÑAR SIN ANULAR

EL LÍMITE DE LA AYUDA: ACOMPAÑAR SIN ANULAR

Ayudar a los demás es un acto noble que nace de la empatía y el deseo de aliviar el sufrimiento ajeno. Sin embargo, esta acción, cuando se lleva al extremo, puede convertirse en un obstáculo para el crecimiento de quienes intentamos apoyar. ¿Hasta qué punto nuestra ayuda es realmente beneficiosa?

Por Catalina Iglesias – Psicóloga Social

En nuestra cultura, a menudo se valora la entrega incondicional como símbolo de bondad y compromiso. Nos enseñan que estar siempre disponibles para los demás es un signo de amor y responsabilidad. Sin embargo, esta creencia puede convertirse en una trampa: ayudar demasiado puede generar dependencia, frustración e incluso una pérdida de autonomía en la persona que recibe el apoyo.

El psicólogo Albert Bandura, con su teoría del aprendizaje social, nos enseña que las personas desarrollan habilidades y confianza en sí mismas a través de la experiencia y la observación. Si intervenimos constantemente para resolver los problemas de los demás, los estamos privando de la oportunidad de aprender, fortalecerse y desarrollar resiliencia. Daniel Goleman, autor de Inteligencia Emocional, también subraya que la autonomía y la capacidad de afrontar dificultades son esenciales para el bienestar psicológico.

PELIGRO DE RESOLVER TODO POR EL OTRO

Pensemos en un niño que está aprendiendo a atarse los cordones de sus zapatos. Si un adulto lo hace siempre por él, el niño no solo tardará más en aprender, sino que además podría desarrollar la creencia de que no es capaz por sí mismo. Este mismo principio aplica a nuestras relaciones con amigos, familiares, conocidos y colegas.

Cuando solucionamos constantemente los problemas de alguien, en lugar de ayudarlo realmente, podemos estar enviándole el mensaje de que no es lo suficientemente capaz para resolverlos por sí mismo. Esta dinámica genera inseguridad, dependencia y, a largo plazo, una sensación de incompetencia en la otra persona. Además, puede generar agotamiento en quien ayuda, llevándolo a sentirse responsable de la vida de los demás, lo que puede derivar en estrés y agotamiento emocional.

¿CÓMO AYUDAR SIN ANULAR AL OTRO?

El equilibrio radica en acompañar sin invadir, en brindar apoyo sin anular la autonomía del otro. En lugar de solucionar directamente los problemas de alguien, podemos formular preguntas como:

«¿Cómo pensas resolver esto?»

«¿Qué opciones has considerado?»

«¿En qué te puedo apoyar sin hacerlo por vos?»

Estas preguntas fomentan la reflexión y la toma de decisiones, fortaleciendo la confianza en las propias capacidades. Como mencionaba Carl Rogers, pionero de la terapia centrada en la persona, «La única persona que puede realmente ayudarte eres tú mismo».

En este sentido, la ayuda más valiosa no es la que elimina los problemas, sino la que brinda herramientas para enfrentarlos. La psicóloga Angela Duckworth, autora de Grit: The Power of Passion and Perseverance, señala que la perseverancia y la capacidad de superar obstáculos son cualidades que pueden cultivarse, pero solo si las personas enfrentan dificultades por sí mismas.

EN CONCLUSIÓN

Ayudar no significa cargar con el peso de los demás, sino caminar junto a ellos mientras descubren su propia fortaleza. La verdadera solidaridad no reside en quitarles las piedras del camino, sino en enseñarles a sortearlas con valentía. Como seres humanos, nuestro crecimiento se da en los momentos de dificultad, en esos desafíos que nos obligan a descubrir quiénes somos y de qué estamos hechos.

La próxima vez que sientas el impulso de resolver el problema de alguien, detenete y preguntate: ¿Estoy realmente ayudando, o estoy privando a esta persona de una valiosa lección de vida? Porque a veces, el mayor acto de amor es permitir que el otro aprenda a levantarse por sí mismo.

Es en el equilibrio entre ayuda y autonomía se encuentra el verdadero crecimiento.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

32k