La fanfarronada del ministro de Economía frente a estudiantes universitarios derivó en una nueva presión sobre el dólar, exponiendo la fragilidad del plan de estabilización.
«Comprá, no te lo pierdas, campeón», lanzó con tono desafiante el ministro de Economía, Luis Caputo, durante un evento en la Universidad Austral. Sin embargo, lo que parecía una exhortación confiada se transformó, horas después, en un boomerang. El mercado, los fondos de inversión y los ahorristas interpretaron la invitación a su manera: aceleraron la compra de divisas, desencadenando un salto en la cotización que rozó los $1255, el nivel más alto del año.
La reacción no se hizo esperar. El dólar minorista en el Banco Nación se posicionó como el más caro del mercado, superando incluso al blue y a las cotizaciones financieras. Detrás de este movimiento, según analistas, no solo hubo una respuesta irónica a las palabras de Caputo, sino también señales de alarma sobre la sostenibilidad de la política cambiaria. Informes reservados que circulan en la City advierten que la flotación del tipo de cambio es más aparente que real, con el Banco Central interviniendo activamente mediante futuros y otras herramientas para contener la brecha.
La tormenta perfecta: fuga de capitales y fin del «trimestre de oro»
El escenario se complejiza con el reciente informe de JP Morgan, que criticó abiertamente la estrategia del Gobierno y provocó un éxodo masivo de inversores. En cuestión de días, los fondos que habían apostado al carry trade retiraron sus posiciones, arrastrando consigo a actores clave como PIMCO y a pequeños ahorristas. Paradójicamente, mientras el oficialismo insiste en que los argentinos desprendan sus dólares «bajo el colchón», los capitales —grandes y pequeños— aprovecharon los precios relativamente bajos para adquirir divisas en grandes volúmenes.
A esto se suma el agotamiento del ciclo de ingresos agroexportadores. Según datos de CIARA-CEC, en junio el sector liquidó u$s3700 millones, un 87% más que en 2023. No obstante, este flujo —parte del llamado «trimestre de oro»— ya muestra señales de desaceleración, dejando al descubierto la dependencia del Gobierno de estas entradas para sostener las reservas.
El fantasma del 2017 y la negación oficial
Frente a las comparaciones con la crisis cambiaria de 2017, el Gobierno se apresuró a marcar diferencias. Caputo presentó en el IAE un PowerPoint destacando el superávit fiscal y el crecimiento económico como pilares inéditos. Sin embargo, los mercados no parecen convencidos. Consultoras como C+P subrayan que la estabilidad del dólar es, en realidad, artificial: «El BCRA intervino sistemáticamente en el mercado de futuros, ofreciendo seguros de cambio para incentivar el carry trade«, señala el reporte.
Entre abril y mayo, la posición vendida del Central en futuros escaló u$s1571 millones, y se estima que en junio alcanzó los u$s1900 millones. Este mecanismo, aunque efectivo en el corto plazo, choca con los límites impuestos por el acuerdo con el FMI y alimenta dudas sobre la autonomía del plan económico.
¿Hacia dónde va el dólar?
Con un año electoral en curso y un panorama externo volátil, la pregunta que resuena en los pasillos financieros es cuánto más resistirá el tipo de cambio antes de un ajuste inevitable. Mientras el oficialismo insiste en que «todo marcha según el plan», cada suba del dólar parece gritar lo contrario. Para los economistas, el verdadero desafío no es solo evitar una devaluación, sino reconstruir la credibilidad en un esquema que, hoy por hoy, pende de un hilo.